Su paso por la edición de Supervivientes 2019 ha estado cargado de polémica. El repentino abandono por parte de las Azúcar Moreno y el posterior veto interpuesto por parte de la organización del programa ha hecho mella en su trabajo y en su estado de ánimo. Pero, aunque arrepentidas de esta decisión, las hermanas Toñi y Encarna Salazar han decidido hacer frente a los problemas con valentía y determinación, algo que llevan haciendo toda la vida. Así lo aseguraron durante la emisión del último programa de Lazos de sangre en Televisión Española, dedicado a la saga familiar de los Salazar, que también incluye a sus hermanos José y Juan, miembros de Los Chunguitos: "Todo lo que nos ha pasado nos refuerza todavía más. Nos conocemos más y nos toleramos más".
La infancia que les tocó vivir en el humilde barrio madrileño de Vallecas no fue fácil, y el viaje hacia el éxito estuvo 'lleno de espinas'. Aun así, lo alcanzaron a base de trabajo duro. "Soñábamos con triunfar, pero la vida nos dio mucho más de lo que nosotras pensábamos. Dios nos premia porque somos buena gente", afirmaban en el arranque del espacio. La primera casa donde vivieron tras trasladarse a la capital desde Badajoz fue una chabola donde compartían el espacio con sus padres y sus 8 hermanos. Motivo por el que todos tenían que 'arrimar el hombro' y que no les permitió tener una educación. De hecho, apuntaron que fue una vecina la que les enseñó a leer y escribir.
Su ruptura con el estereotipo de gitana tradicional fue una de las claves que las lanzó al estrellato. Orgullosas de sus orígenes, se definen como "gitanas modernas" y aunque respetan algunas costumbres, no las comparten. "Soy gitana de los pies a la cabeza y amo mi raza. No soy racista pero el hombre gitano es muy machista, y yo con mi carácter dije 'en mi vida mando yo y voy a defender mis derechos'", afirmaba con contundencia Toñi. Unas convicciones que les acarrearon algunos conflictos y muchas críticas.
La impactante imagen de la que siempre han hecho gala ha sido uno de los aspectos por los que más han llamado la atención, incluso, de algunos de los grandes nombres de la moda española, como Lorenzo Caprile. "A mí siempre me han gustado sus estilismos. Ese punto 'choni' de lujo que ahora está de moda otra vez. Con mucha gracia, mucho desparpajo y sin ningún tipo de complejo", son las palabras con las que Lorenzo Caprile mostraba la admiración que les profesa. Desde los inicios, las hermanas tuvieron muy claro lo que querían proyectar. "No nos íbamos a estancar en la típica gitana morena con el pelo largo y los aros, así hay millones. Queríamos darle una vuelta a esa imagen", explicaba Encarna. Atrevidas y, sobre todo, muy diferentes, supieron cómo hacerse su propio hueco en el mundo de la música y en el de la moda.
Consagradas como artistas a nivel nacional e internacional, también son madres y abuelas. Para ellas la familia lo es todo. Y, a lo largo de los años, han tenido que hacer frente a durísimas situaciones, como la pérdida prematura de varios de sus hermanos, el cáncer de mama sufrido por Encarna en 2007 y su separación profesional. Una ruptura temporal que parecía irreconciliable en un primer momento y que acabó con un final feliz.