Recuérdame. Y en un verbo a veces caben mil postales, otros tantos recovecos de nosotros mismos y un paréntesis que parte de algunas obsesiones. En algún momento de nuestra vida hemos deseado poder sobornar a la memoria o al tiempo para guardarnos un lugar privilegiado en la memoria de alguien.
Me imagino entonces el primer amor de verano cuyas raíces arranca sin pudor ese temido septiembre, besos ingenuos que se repiten en un eco con ese eterno "síndrome de campamento" y un "yo" adolescente suplicando (no sé a quién) que ese compañero no nos olvide. Y lo hace, supongo. O quizás no. Pero en nuestro propio recuerdo yace también esa revancha al olvido del otro.
Puedo llegar a encontrar en mi cabeza algún latigazo de amistad a la que le ocurrió lo mismo. Al principio porque nuestras rutinas de estudiantes requerían mucho movimiento y ahora, luchando con y contra el monstruo de la existencia adulta, porque nuestras vidas se ramifican con la naturalidad propia de la construcción de una biografía por fin propia. Ahí, ahí también encuentro la intencionalidad de tiro en la retentiva de la otra persona.
Cómo no identificar las huellas del amor en ese mismo anhelo. Incluso en las mejores ocasiones, uno decide que a lo mejor es cierto que es mejor dejar marchar a esa persona pero incluso entonces a uno solo le queda la vaga esperanza de que el otro, al echar la mirada atrás, siga viendo tu silueta y se le escape una sonrisa sin remedio. Y la veo, cómo no hacerlo, cada vez que una luz se apaga (y eso que una vez me dijeron que siempre hay alguien encendiendo una luz para ti en las inmensidades de la ciudad). En ese rastro de pupilas envejecidas, de mirada empañada, nos acabamos yendo de esta vida con el deseo de que alguien nos siga manteniendo vivos a través del poder del amor y la anécdota, del recuerdo, a pesar de haber cruzado ya los puentes irrevocables de la muerte.
Es importante ver Coco sin quitarse los ojos del adulto, sin el prejuicio de que es una película animada y por lo tanto dirigida al público más infantil. Coco habla del deseo íntimo de cualquier persona, sea de la edad que sea, de las dudas que acechan sobre la vida y la muerte, del amor inconfundible que nace en la intimidad de un hoga y de los importantes valores que tiene la familia. No conozco a nadie que la haya visto y no le haya gustado, quizás por esa magia que tienen las flechas emocionales bien dirigidas. Ambientada en ese México que hipnotiza con su cultura única en todo el mundo y acompañada de una banda sonora tan buena que hacía tiempo que no la encontraba en cualquier otra película, Coco está disponible en Netflix para poder disfrutarla. Si al acabarla recuerdas este artículo, gracias.