Ha pasado prácticamente un mes desde que el Principado de Mónaco se vistió de gala para acoger la boda civil de Carlota Casiraghi y Dimitri Rassam. Sin embargo, la pareja aún no ha dado por finalizadas las celebraciones de su unión, que ha llegado casi tres años después de que comenzara su romance. Así, la hija mayor de Carolina de Mónaco y el productor de cine han vuelto a reunir a sus familiares y amigos para brindar con ellos por su felicidad, en esta ocasión en una ceremonia religiosa celebrada en la abadía Sainte-Marie de Pierredon, situada en un lugar muy significativo: la comuna francesa de Saint-Rémy-de-Provence.
Esta bella localidad gala es uno de los rincones preferidos de Carlota. No en vano, ha pasado allí algunos de sus mejores momentos. Cabe recordar que, tras la muerte de su padre, Carolina y los tres hijos que tuvo con el deportista Stéfano Casiraghi se refugiaron en Saint-Rémy-de-Provence, donde fijaron su residencia y comenzaron a escribir un nuevo capítulo de su vida. En poco tiempo, los miembros de los Casiraghi se convirtieron en unos lugareños más. Así, era frecuente verles paseando con su bicicleta, yendo a los comercios locales, acudiendo al campo a recoger flores... Allí disfrutaban de una vida tranquila y anónima de la que todos guardan inmejorables recuerdos.
Tras la ceremonia, los recién casados han celebrado esta segunda fiesta en la propiedad que Carolina de Mónaco tiene en esta localidad de la Costa Azul. Carlota y Dimitri han contado en esta celebración, a pesar de ser más íntima, con algunos de los invitados que ya les acompañaron en el gran fin de semanade fiesta con el que sellaron su amor hace tan solo unos semanas, como por ejemplo la prima de la novia, Pauline Ducruet. Como detalle y en homenaje a los espléndidos campos de lavanda que colorean de malva la Provenza, la pareja ofreció un recordatorio en forma de un aromático ramo con una bella tarjeta con la fecha y los nombres de los contrayentes.
A pesar de que en un principio se especuló con la posibilidad de que Carlota y Dimitri escogieran este sitio para su boda civil, finalmente apostaron por Mónaco. Concretamente por los salones de Estado del palacio Grimaldi, en cuyos jardines, ya convertidos en marido y mujer, ofrecieron un bufé-picnic informal. Tras esto se trasladaron hasta La Vigie, una de las villas más espectaculares de Montecarlo en la que se organizó una fiesta de largo. Al día siguiente, el domingo, culminaron la maratón de celebraciones con un desenfadado brunch en el Yacht Club de Mónaco.