Francia revive su historia con la boda de Napoleón y una noble austriaca dos siglos después
El heredero bonapartista contraerá matrimonio con la condesa Olympia von und zu Arco-Zinneberg, descendiente de la emperatriz María Luisa
Más de dos siglos después de que Napoleón Bonaparte convirtiera en emperatriz a la princesa María Luisa de Austria, hija de su archienemigo el emperador Francisco I, su descendiente Jean Christophe, príncipe de Napoleón, dará el ‘si quiero’ a la condesa austriaca Olympia von und zu Arco-Zinneberg, sobrina nieta en seis generaciones de la segunda esposa del emperador galo. Francia verá así reeditado el matrimonio imperial que revolucionó la geopolítica europea de principios del siglo XIX.
El enlace tendrá lugar el próximo 19 de octubre en la catedral parisina de Saint Louis des Invalides. A pesar de que el evento tendrá mucha menos dosis de épica que las nupcias de sus antepasados, será sin duda todo un acontecimiento en la alta sociedad francesa que cuenta con el morbo añadido de ver a los herederos de los Bonaparte y los Habsburgo sellar su amor en esta especie de remake del siglo XXI que, aunque hará las delicias de algunos nostálgicos, guarda grandes diferencias con su versión decimonónica.
Es precisamente el amor lo que marca la mayor distancia con el matrimonio de sus ancestros que, por supuesto, fue por conveniencia. De hecho, para la princesa María Luisa, Francia era el gran enemigo. Su animadversión iba más allá de la controvertida figura de Napoleón, ya que la tía abuela de la hija del emperador austriaco no era otra que María Antonieta, la reina decapitada durante la Revolución Francesa. A pesar de las muchas asperezas que existían entre ellos, la alianza favorecía en ese momento a ambos imperios y la princesa no tuvo ni voz ni voto en la decisión tomada entre su padre y su futuro marido, que no dudó en cambiar a Josefina, su abnegada primera esposa con la que no logró concebir ningún hijo, por la joven austriaca de tan solo 17 años.
El matrimonio duró cuatro años y aunque dicen que la emperatriz María Luisa acabó teniendo una buena relación con su esposo y que incluso pudo haber surgido el amor entre ellos, no le siguió a sus destierros cuando vencido se exilió en la isla de Elba y después en Santa Helena. Obviamente, el futuro de Francia y prácticamente de todo el continente ya no está en manos de los designios de un Bonaparte y, por tanto, el matrimonio no solo se espera que sea mucho más longevo, sino que su influencia en la Francia republicana no irá más allá de las páginas que ocupen en las revistas.
En lugar de un emperador, el 19 de octubre se casa un banquero de inversiones de 32 años, aunque las invitaciones de boda las firmará como Su Alteza Imperial. Jean Christophe es hijo de Carlos Bonaparte y Beatriz de Borbón Dos Sicilias, tiene el título de príncipe de Napoleón y reclama el Trono de Francia en la línea de los bonapartistas. Se lo disputa con Luis Alfonso de Borbón, que es el pretendiente legitimista, y Juan de Orleans por parte de los orleanistas. Por su parte, su prometida es sobrina del rey Felipe de Bélgica y bisnieta del emperador Carlos I de Austria.