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La historia de amor del príncipe Casimir zu Sayn-Wittgenstein-Sayn, de 43 años, y la top model americana Alana Bunte, de 28, podría servir para escribir el guion de una comedia romántica. Se conocieron hace cuatro años en una fiesta en Italia y él le ocultó su identidad para no 'abrumarla' con los antecedentes de su familia, una de las más antiguas de Alemania. "Le dije que era un granjero de Sudamérica", revela el aristócrata, uno de los más deseados de Europa, a la revista alemana Gala. "Aparte de Lady Di y las princesas de Walt Disney, los californianos no saben mucho sobre nobleza".
Por su parte, Alana confundió al aristócrata con un griego. "No tenía idea de que él era un príncipe. No sabía identificar su acento", reconoce la modelo a Gala. Cuatro años después de ese encuentro fortuito, están a punto de casarse. Lo harán el sábado 1 de junio en el castillo de Sayn, en el estado alemán de Renania-Palatinado, propiedad de la familia del novio desde hace cuatro siglos. Será una de las bodas del verano, ya que reunirá a más de 350 miembros de la realeza y la jet-set internacional, incluidas personalidades de la sociedad española.
Casimir es primo carnal de los aristócratas Luis y Juan de Figueroa Sayn-Wittgenstein, nietos de la famosa condesa de Romanones, y tiene numerosos amigos en Madrid, como Christian de Hannover y su mujer, Alessandra de Osma. Además, su boda con Alana promete hacer más de un guiño a España, un país que el príncipe conoce muy bien.
La pareja ha vivido en Londres y Nueva York, pero actualmente reside entre el castillo de Sayn, en Alemania, y Uruguay, donde Casimir dirige una institución financiera que desarrolla y administra proyectos agrícolas en la región. La futura princesa de Sayn-Wittgenstein habla español ya que es hija de padre estadounidense y madre colombiana.
Alana estudió Arte y Diseño en la Escuela Central Saint Martins de Londres, la misma donde se formaron grandes diseñadores como John Galliano, Alexander McQueen, Stella McCartney y Riccardo Tisci. Trabajó como modelo, fue imagen de algunas de las marcas de moda más importantes del mundo y posó para las revistas más prestigiosas.
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La familia Sayn-Wittgenstein está encantada con ella. También lo está el hijo de Casimir, Alexander, fruto de un matrimonio anterior con Corinna Larsen. "Mi hijo está muy contento", confirma Casimir a Gala. “Seis meses antes del compromiso, le pregunté si le parecería bien que me casara. Y me dijo: "Creo que es genial. Quiero ser tu ujier en la boda y decir unas palabras". La noche antes de la boda, padre e hijo estarán juntos. La futura princesa Sayn-Wittgenstein no ejerce como "madrastra". "Soy más como una amiga para él. Es un joven encantador y muy inteligente; estudia en Inglaterra, como lo hizo su padre".
Probablemente cuenten con una fotógrafa de excepción. La abuela del novio, la princesa Marianne zu Sayn-Wittgenstein-Sayn, es una de las fotógrafas preferidas de la realeza y a lo largo de sus casi cien años de vida ha retratado en la intimidad a personalidades como el rey Juan Carlos, el rey Felipe, Alfonso de Hohenlohe o Ira von Fürstenberg.
La boda promete regalarnos imágenes muy románticas. Habrá una ceremonia religiosa en el castillo de Sayn, un palacio con más de 400 años de historia, que estará amenizada con música de Haydn, Handel y Bach. Tras el sí quiero, los novios saldrán a saludar a los vecinos del pueblo, que consideran a los Sayn-Wittgenstein-Sayn como su familia real.
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