Del primer fuego a suplicar la expulsión: la desesperada situación de Jonathan en 'Supervivientes'
Después de pasar dos semanas en el palafito el 'pirata olvidado' no puede más, aunque su aventura en el concurso podría terminar esta misma noche
Era el concursante menos conocido de esta edición de Supervivientes. No obstante, Jonathan consiguió ganarse el cariño y apoyo de sus compañeros durante a los pocos días de concurso tras conseguir hacer fuego con sus propias manos. Se encontraba en la peor de las playas de la isla, pero su tesón e ingenio le valieron para diseñar una técnica nunca antes vista en el programa. A pesar de todo, el joven – que entonces se encontraba nominado por segunda semana consecutiva- no pudo hacer frente a sus rivales y terminó siendo enviado al palafito. El valenciano se encuentra allí desde hace dos semanas, después de haber ganado la batalla a Loly Álvarez y a Aneth.
Pero las duras condiciones en las que tiene que vivir en la plataforma marina como "pirata olvidado" han llevado al límite al concursante. Aislado de sus compañeros y sin poder hablar con nadie, Jonathan atraviesa uno de sus momentos más bajos en la isla. Paso las horas pensando en el jueves. No puedo hablar con nadie y eso me está matando. Estoy solo, quiero volver a casa, con mi familia. Paso las horas pensando en el jueves", decía a las cámaras este martes convertido en un mar de lágrimas. "Lo siento… no soy un superviviente", añadía.
Además de encontrarse solo, el concursante ha empezado a perder el apoyo de sus compañeros de reality. Primero fue Violeta, que recriminó al joven que recogía demasiadas almendras – algo que tuvo como consecuencia el castigo de la extronista, que al dirigirse al pirata olvidado tras ser advertida por Morgan, acabó siendo desterrada a playa abandonada- "La playa está llena de almendras. Lo que pasa es que Violeta es muy señorita para mancharse las manos y escarbar en la tierra para buscarlas", se defendía Jonathan.
Pero Mangriñán no ha sido la única. Mahi, una de las supervivientes más carismáticas y tranquilas de esta edición, ha perdido la paciencia con el joven y no duda en decirlo alto y claro, aun sabiendo que este se encontraba a tan solo unos metros de ella. "Me tiene negra, cada día le tengo más manía. Fabio y yo no podemos ni verle. Con esto de las almendras que se lo decimos y hace lo que le da la gana… es de ser un poco egoísta. En cuatro días no quedan almendras. Estoy endemoniada", decía refiriéndose a la gran cantidad de frutos que recoge a diario de la playa en la que se encuentran.