Lucas Cabo, el cántabro que presume de Potes en Eurovisión: 'Todos los representantes españoles nos reconocen'
Cada año los cántabros siempre le agradecen que ponga a este municipio en el mapa de todos los europeos
Si no te pierdes cada año la gala final de Festival de la Canción de Eurovisión te sonará ver en pantallla, en pleno directo, a un chico con una enorme bandera de España, aunque eso no es lo más llamativo. Lo que de verdad le ha convertido en otro de los protagonistas del Festival es que su bandera está pintada con el nombre de un municipio cántabro que a todos nos resulta ya familiar en cada edición: Potes. Hablamos de Lucas Cabo, el fanático de Eurovisión que cada año triunfa al aparecer en lugares privilegiados entre el público mientras los candidatos lo dan todo sobre el escenario. HOLA.com ha hablado con este joven de Cantabria, que confiesa que este guiño a su tierruca (como los cántabros llaman cariñosamente a su tierra), comenzó hace diez años como un truco para que sus abuelos pudieran reconocerlo a través de la tele entre el público. Este año, cómo no, ha viajado a Tel Aviv, y nos cuenta entusiasmado que "Israel ha sido el mejor sitio, la gente de allí es espectacular, no hemos tenido ningún problema". Planea su viaje con meses y meses de antelación y revisa metódicamente los ensayos para saber en qué lugar puede aparecer más veces en pantalla el día de la final. Hasta el Gobierno de Cantabria se ha mostrado orgulloso ante su bandera, ¿le volveremos a ver el año que viene?
¿Cómo surgió la idea de ir con la bandera de España y Potes escrito bien grande? ¿Tú eres de Potes?
La primera vez que fui a Eurovisión fue hace diez años en el año 2010. En Oslo fue el primer año, en aquel entonces, al hablarlo con mis amigos, con mis familiares, mi abuelo me dijo que cómo iba a localizar habiendo tantas banderas de España. Se me ocurrió poner Potes, en grande y que él buscara esa bandera. Además, ese año siempre que acababa la actuación, desde realización siempre señalaban el sitio donde yo estaba y enfocaban siempre la bandera. Así, cada año la bandera de Potes se fue haciendo más viral y hasta día de hoy. Y sí, yo nací en Potes pero ahora vivo en Santander.
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Como eurofán, ¿cómo llevas la fama después de aparecer en el Festival?
Siempre es un boom de dos días, la gente te ve, te reconoce, lo dice y luego se pasa y ya está. Es un juego lo de ser enfocado, ni me molesta ni nada. No me importan las críticas, yo me lo paso bien y listo.
¿Eliges tú el sitio en el que te colocas entre el público?
Hay 3 tipos de entrada: sentado, de pie y VIP, que es en el escenario, donde estaba yo. La de dentro del escenario es la más cara, nos costó 1.083 euros exactamente y yo por estar ahí lo pago. Yo quiero el mejor sitio y donde se me vea. Lo que hago es quedar antes. Si abrían las puertas a las 20.00 horas, a las 17.00 horas yo ya estaba haciendo cola con mis amigos. Nosotros vemos los ensayos y sabemos en qué punto estar para que te enfoquen. Aunque el primer año reconozco que fue casualidad, porque decidí ir a Eurovisión con una amiga diez días antes y solo quedaban entradas VIP, entonces no nos quedó más remedio. Nos colocaron en una zona donde había una pantalla grande y el jefe de realización nos dijo que al finalizar cada canción estuviéramos animados porque nos iban a enfocar, así que era nuestra oportunidad.
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¿Has viajado solo hasta Tel Aviv o con más eurofans?
Yo soy de la directiva del club de Fans de Eurovisión en España, Ogae, y yo viajo solo desde Santander, pero ya tenemos un grupo de amigos y luego, del club hemos ido casi 300 personas a Israel, entonces nunca vas solo. El año pasado a Portugal fuimos casi 1.000 personas. Al ser de la directiva Ogae España, soy el que reparte las entradas a los españoles que viajan, así que ya nos conocemos. Nuestra asociación organiza congresos y quedadas a lo largo del año en los que ya nos vemos e invitamos a otros artistas. Somos amigos. En España, por ejemplo, estuvo en uno de nuestros eventos Remedios Amaya (representate de España en el 1983), la cantante de Finlandia del año pasado, Eduardo Leiva (director de orquesta muchos años por España), la cantante albanesa del año 2012 y la cantante maltesa del 2005, 2055 y 1998. En ese tipo de eventos, que celebramos en Madrid, entramos 800 personas, hacemos nuestra asamblea de la asociación y los artistas van llegando para charlar con nosotros y cantan. Por la noche hacemos una cena en la que viene un productor sueco a conocer cantantes, y a veces, llegan a acuerdos. A nivel internacional también hacemos eventos junto al resto de delegaciones de la Ogae, en Tel Aviv, Ámsterdam, Madrid, Londres, Moscú... Vamos a todos los lados, funcionamos como una familia a lo grande.
¿Con cuánto tiempo preparas tu viaje? ¿Cómo organizas el viaje?
Con un año de antelación, sin que se sepa el representante. Yo tenía el hotel de Tel Aviv antes de saber si la ciudad iba a ser esa. Hace muchísimo tiempo. Allí he estado doce días, aunque no todo ha sido Eurovisión, también haces turismo, Jerusalén, Belén, Mar Muerto... El Festival es muy importante desde el punto de vista turístico, no solo musical.
¿Has tenido la oportunidad de hablar con Miki o alguien de la delegación de España?
Este año la delegación ha estado muy distante de los fans, y el fallo de este año ha sido buscar audiencia y ser tendencia en España en vez de dar a conocer a Miki fuera de aquí. Yo he tenido contacto con él y con nosotros se ha mostrado espectacular. De los últimos años, ha sido de los mejores representantes de España.
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¿En el hotel coincides con representantes? ¿Os han llegado a reconocer por la mítica bandera?
Yo he coincidido con la delegación española en tres ocasiones, aunque también he coincidido con las de otros países. Yo si voy elijo un buen hotel en un buen sitio y siempre coincides con delegaciones. Con Pastora Soler estuve en la misma planta y solo nos separaban dos habitaciones. Con Bonnie Tyler estuve horas hablando y cantando. Generalmente las delegaciones son muy abiertas a conocer gente, van a pasárselo bien. Y sí, nos reconocen por la bandera. Todos. Son muchos años ya con la bandera, aunque siempre he sido yo el que he ido a buscar la foto. Y siempre se sorprenden al ver que eres el de la bandera de Potes. Y todos conocen Potes. Miki me dijo que conocía Potes, que había estado muchas veces allí y que le encanta.
¿Con qué anécdota eurovisiva te quedas este año?
Este año, por ejemplo, el sistema de seguridad era muy estricto y te registraba mucho. Cuando entré me cogieron la bandera y querían saber qué era Potes, porque no querían conflictos políticos con las banderas, y tuve que tirar de Google para explicarles qué era Potes y enseñarles foto. Le gustó tanto que se quedaron allí todos viéndolo en el teléfono en vez de estar a su trabajo.
¿Piensas repetir el año que viene?
Volveréis a ver la bandera, claro que sí. Y eso que ya tiene diez años, pero me lo paso tan bien que no puedo resistirme a llevármela. Luego me veo en televisión y me da vergüenza, pero reconozco que me lo he pasado como un enano. Para mí Israel ha sido el mejor sitio, la gente de allí es espectacular, no hemos tenido ningún problema. Hemos estado en todas partes y no hemos tenido problema alguno. No hay ni un solo altercado, nos respetamos gracias a la música.