El robo de una joya millonaria de la española Eugenia de Montijo paraliza París

Jean-Christophe Bonaparte, descendiente del emperador Napoleón, denunció el robo del anillo de pedida que dio a su prometida, la condesa Olympia von Arco-Zinneberg. El caso fascina a los parisinos

Por Martín Bianchi

El compromiso del príncipe Jean-Christophe Bonaparte, descendiente del emperador Napoleón Bonaparte, con la condesa Olympia von Arco-Zinneberg, sobrina del rey de los Belgas y bisnieta del emperador Carlos I de Austria, es la típica noticia que uno puede encontrar en las páginas de sociedad y realeza de la prensa francesa e internacional. Sin embargo, el anuncio de este matrimonio terminó por acaparar la sección de Sucesos de los periódicos parisinos.

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Jean-Christophe, de 32 años y banquero de profesión, quiso dar un obsequio muy especial a su prometida: un anillo con un fabuloso diamante de cuarenta quilates que había pertenecido a la española Eugenia de Montijo, emperatriz de Francia y antepasado del atractivo príncipe de la Casa Bonaparte. Según los expertos, la joya está valorada en más de un millón de euros y “te deja sin palabras”. Sin embargo, Olympia fue capaz de decir que sí a la propuesta de su novio.

El diamante, que alguna vez adornó una de las tiaras de la emperatriz de Francia, venía a simbolizar la unión de dos dinastías reales, con antepasados comunes como el rey Víctor Manuel II de Italia o los reyes Luis XIV y Luis Felipe I de Francia. Jean-Christophe y Olympia forman una de las parejas más atractivas del Gotha. Él es hijo del príncipe Carlos María Bonaparte y de su primera esposa, Beatriz de Borbón-Dos Sicilias; y  ella, hija del conde Riprand von Arco-Zinneberg y de la archiduquesa María Beatriz de Austria-Este.

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Tras sellar el compromiso, la pareja decidió reunirse con sus padres para darles la buena noticia. Jean-Christophe y Olympia eligieron el elegante Hotel d’Aubusson, a pocos metros del Museo del Louvre, para la feliz reunión familiar. Consciente del inmenso valor de su anillo de pedida, la condesa Arco-Zinneberg decidió dejar la joya dentro del Mercedes de su prometido. Lo guardó en una mochila, junto a su cartera, llena de tarjetas de créditos y documentos de identidad, y un ordenador portátil.

Nunca imaginó que un simple ladrón se iba a atrever a entrar en el vehículo, aparcado cerca del lujoso d’Aubusson, en uno de los mejores barrios de París, y se iba a llevar uno de los diamantes más espectaculares de la familia Bonaparte.

Al volver coche, Jean-Christophe y Olympia descubrieron el robo. Tras realizar la denuncia a la Policía de París, detectaron que el ladrón ya había utilizado una de las tarjetas de la condesa para comprar sushi en un restaurante y reservar una suite en un hotel de París. La pareja se involucró en la investigación y, con la ayuda de varias cámaras de la ciudad, localizó al atracador.

Hace unos días, la Policía parisina detuvo al hombre, de 30 años y de origen egipcio. Aunque aun no han trascendido todos los detalles, sí se sabe que el carterista no era consciente que dentro de la mochila que había robado se encontraba una joya de más de un millón de euros. Los parisinos, que no se sorprenden con muchas cosas, están fascinados con esta historia. Y no es para menos. Napoleón nunca habría olvidado un diamante de cuarenta quilates dentro de un Mercedes.