Una de las figuras más emblemáticas del mundo de la moda ha fallecido en París, tal y como confirma WWD. Siempre parapetado tras sus míticas gafas negras, Karl Lagerfeld nunca tuvo reparos en hablar de su salud, de la muerte e incluso de expresar sus últimas voluntades, como hizo el año pasado en una entrevista concedida a la revista francesa Paris Match. Por aquel momento, afirmaba tener todos sus análisis en orden, pero aún así, el director artístico de la Casa Channel quería dejar claro que llegado el momento no quería que le enterraran.
Muere Karl Lagerfeld, adiós al 'Kaiser de la moda'
“No habrá entierro. Después de todas las historias oscuras de la familia Hallyday, las exequias en la Madeleine me parecen una broma”, aseguró el llamado Kaiser de la moda en referencia a los funerales de Johnny Hallyday, uno de los cantantes más famosos de Francia y cuyos fans han convertido el templo de la Madeleine en lugar de peregrinaje para homenajear a la estrella del rock.
Lagerfeld no quería nada parecido y, por eso, dejó claro en la entrevista que sus seres allegados ya sabían que su deseo era ser incinerado y que sus cenizas fueran esparcidas junto a las de su madre y las de su gata Choupette en caso de que su mascota falleciese antes que él. En caso contrario, el diseñador tenía previsto dejarle buena parte de su fortuna a su glamurosa y millonaria felina.
Por aquel entonces, el alemán, siempre enfundado en su característico look en blanco y negro, aseguraba que no le asustaba la vejez y que confiaba en no sufrir demasiado. No obstante, era consciente del implacable paso del tiempo y bromeaba: “me han hecho todos los análisis del mundo y no han encontrado nada, pero recuérdamelo dentro de diez años y hablamos otra vez”.
Esa conversación no se podrá producir, pero Karl Lagerfeld, lo más parecido a un hombre el renacimiento moderno, estuvo trabajando hasta el último de sus días. A pesar de que su estilo innovador y revolucionario le erigió en un auténtico icono de la moda, el modisto nunca estaba pelnamente satisfecho con su trabajo y así lo explicaba: “Nunca estoy contento conmigo” y es esa insatisfacción y descontento permanente lo que le empujaban a seguir trabajando y a desterrar la palabra “jubilación” de su vocabulario.