Cada vez está más cerca la fecha más importante del cine español, el día de los Goya, y a medida que va aproximándose la cita en el calendario, vamos fijándonos más en los nominados. Entre ellos, se encuentra El fotógrafo de Mauthausen, que opta a cuatro estatuillas. Esta película, protagonizada por Mario Casas, podría llevarse los premios a Mejor dirección de producción, Mejor dirección artística, Mejor diseño de vestuario y Mejor maquillaje y/o peluquería, cuatro categorías técnicas que no desmerecen el interés de su trama, basada en hechos reales. Su personaje principal, Francisco Boix, fue un español que cambió las tornas para los generales nazis que controlaban los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial y su corta pero intensa vida forma parte de la historia de Europa.
Tenía solo 21 años cuando Francisco Boix fue enviado al campo de concentración de Mauthausen, en Austria, donde se calcula que murieron unos 8.000 españoles. Había crecido con pasión por la fotografía, inculcada por su padre que era sastre, y cuando huyó de España tras la Guerra Civil trabajó como fotógrafo hasta que le enviaron al primer campo de concentración, donde aprendió a hablar alemán. Cuando llegó a Mauthausen aprovechó esta baza para sobrevivir y le dieron el trabajo de fotógrafo, en el que debía realizar fotos de carné, de las visitas, de las instalaciones. Con ayuda de un grupo de jóvenes que desde 1942 y hasta finales de 1944 trabajaron fuera del campo, los llamados Poschacher, pudo esconder algunos de los negativos, que fueron utilizados después en los juicios de Núremberg y Dachau. La austriaca Anna Pointner, vecina del pueblo que estaba junto al campo, fue convencida por uno de los chicos para guardarlos hasta que fuera seguro.
Ante la inminente derrota alemana, Francisco Boix recibió la orden de destruir los archivos y los negativos, pero solo se deshizo de algunos, realizando una importante criba, y salvó material histórico. Durante la liberación del campo consiguió hacerse con una cámara y pudo inmortalizar aquellos momentos también convirtiéndose en el reportero de aquel día que cambiaría el curso de Europa.
Sus imágenes consiguieron inculpar a algunos altos cargos nazis como Ernst Kaltenbrunner y Albert Speer. Pese a ser señaladas como falsas en un primer momento, los negativos guardados, utilizados como prueba por los fiscales franceses en los juicios, probaron lo que ya todo el mundo sabía.
Desgraciadamente, pese a haber salido del infierno en el que vivió durante cuatro años, la salud de Francisco Boix se había visto dañada y falleció a los 30 años en 1951 en París.