Una serie que empieza con Muddy Waters se merece todo mi respeto. Así, de primeras. Con esos segundos de gloria musical al comienzo, de momento ya se ha ganado mi atención. Luego ya se verá qué ocurre y si merece la pena dedicarle algo más de tiempo. Esto pasa en muchas ocasiones que algo empieza con una risa y acaba con el corazón encogido. Hablo de esas personas que te conquistan con su positividad radiante, con su alegría o quizás con un sentido del humor increíble, pero ocurre también con otras cosas, como esta serie de la que os voy a hablar a continuación.
Sex Education es la nueva propuesta de Netflix en enero y, por lo tanto, tenía su hueco privilegiado reservado en su portada. Para ponerse un poquito en contexto, todo gira en torno a las vivencias de un adolescente y su experiencia en torno al descubrimiento del sexo. Hasta ahí, nada nuevo. ¿Cómo llegué yo hasta esta serie? Por un tweet. Después me puse a mirar lo que pensaba la gente y todos coincidían en un mismo punto: empieza con la anécdota para acabar tratando los temas con una profundidad inesperada. Me llamó la atención la segunda parte porque, como a muchos, también me chirriaba ver una serie que trata única y exclusivamente del sexo en adolescentes. Desde mi punto de vista, una producción que tratara estos temas y que lo hiciera yendo un poco más allá del puro entretenimiento y la superficialidad era algo necesario. ¿Por qué? Porque según los estudios, la principal fuente de información sobre sexo para los jóvenes es Internet, y dicha información muchas veces es errónea o da lugar a equívocos. Por eso Sex Education además de ser una serie entretenida, divertida, tierna y emocionante es también necesaria. Como era de esperar, la emoción nace del conocimiento progresivo de sus personajes y de sus vidas.
A mi modo de ver, esa es una de las genialidades de la serie: poco a poco se van desenvolviendo las vidas de los protagonistas de modo que el espectador puede ir encajando los motivos del carácter de todos ellos y, por lo tanto, de sus acciones. No obstante, no es una serie con formato de fábula. Me explico, no hay moraleja, no hay lecciones, no hay consejos; y eso es lo mejor de todo. Siempre he pensado que una enseñanza no es una imposición, sino un aprendizaje. Así, circulan todo tipo de temas que planean por la cabeza de los adolescentes cuando un día amanecen y se dan cuenta de que existe una cosa llamada sexo: cuál es mi sexualidad, qué es la atracción y de dónde nace, el descubrimiento del propio cuerpo y del ajeno, el lento aprendizaje de quererse a uno mismo para poder amar al otro… Quererse a uno mismo para poder amar al otro, quererse a uno mismo para poder amar al otro, quererse a uno mismo para poder amar al otro… No, no es solo una serie para adolescentes. ¿Verdad?