Conozco a David desde hace años, lo que significa que lo conozco desde hace algunas primaveras y suficientes inviernos. Conocí su alma, sus huesos y sus antónimos. Conocí su herido diario y sus poemas sin terminar. Conocí sus luces y sombras, sus eclipses. Compartimos algunas derrotas y descorchamos bastantes alegrías.
Este "madrileño del desorden" tiene más de humano que de lobo, y eso que a ras de un "haz de luz" él mismo puede llegar a confundirse. Es la única persona del mundo que me ha dicho que yo podría ser la octava maravilla del mundo y aún recuerdo verle en la segunda fila de la presentación de mi primer libro, o volviendo a Madrid dentro de una furgoneta partiendo en dos el frío; "ningún punto de mira, muchos de encuentro". Recuerdo los mensajes del "qué tal" en momentos de sombra y los paréntesis, recuerdo cuando nos dijo que sería papá en Malasaña, recuerdo cuando, cuando, cuando…
David es Rayden para el resto, y yo lo entiendo. Pero para mí siempre será el conjunto de palabras que se suman y se contraponen, es decir, la mezcla de sinónimos y antónimos en un acto cómplice llamado arte. Ahora ha sacado Sinónimo, el disco con el que él mismo se pone al borde del huracán, retándolo; porque si algo le gusta a David es paladear el vértigo y el peligro. Sinónimo es también el disco con el que viene a dejar las cosas claras, es un golpe encima de la mesa, una declaración (de intenciones), una voz que ya no encuentra ningún otro símil en el panorama muscial. Es un grito, un susurro. ¿Son lo mismo? Depende.
Canción tras canción suena un pistoletazo de salida. Rayden ha decidido no darle al oyente ningún tipo de tregua. Si no obliga a mantener la respiración, hace que tiemble el corazón y si no, que tiemblen las piernas. Si hablamos de flechazo, tienen que estar Haz de luz, Los dioses también sangran, Levedad (ay, Ferreiro) o Caza de pañuelos. Si hablamos de ternura, Careo. Si hablamos de fuerza, Gargantua.
Si hablamos de palabras: David, amigo, refugio; todos ellos, sinónimos.
"Muy bien", David, "muy bien"... Y no lo digo yo, lo dice tu peque, lo dice la música, lo dirá el tiempo