Irrumpió en el mundo de la música el pasado año, pero nadie puede dudar que este 2018 lleva su nombre por derecho. Las personas legas en la materia empezaban a escuchar el nombre de Rosalía hace meses, en versiones de jóvenes voces que desvelaban sus gustos musicales en programas de máxima audiencia -recordemos a Amaia, en OT-; en entregas de premios, siempre en la categoría de revelación, listas de éxitos y festivales, y siempre con el añadido de “no quedan entradas". Su debut discográfico, Los Ángeles, la situó en el mapa y este año ha conquistado el universo con su segundo trabajo, El mal querer. Ya dijo de ella Pepe Habichuela, una irrefutable autoridad en este campo, que “cantaba el flamenco como los viejos”, un estilo que gracias a ella se revisa, se adapta y se amolda a los tiempos de los sonidos electrónicos y los arreglos virtuales. Rosalía, un nombre sin apellido, rotundo, como su música, ha conseguido que se hable de ella hasta en inglés. Es un fenómeno que no entiende de fronteras.
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El círculo que comenzó a perfilar el año pasado se ha cerrado con su disco El mal querer, un trabajo conceptual que desarrolla, en “capítulos”, una relación tóxica, entre el amor y el desamor más desgarrador. “He querido investigar y ahondar en las pasiones, en querer mal, en todo lo que conlleva una relación de ataduras" explicaba ella misma. Un trabajo que cuenta con ese personal sonido entre el flamenco, el pop y el trap, tan inesperado como evocador, y que muestra una mujer cada vez más poderosa, liberada, que acaba abriendo los ojos y dándose cuenta de que es única -el último capítulo (que se titula Poder) habla de que no consiente que ningún hombre dicte "su sentencia" y que ella solo debe obediencia a Dios, figura que tiene una gran presencia en el flamenco-. Malamente, Pienso en tu mirá y Di mi nombre fueron cartas de presentación con las que dio una vuelta de tuerca a su primer disco, de un flamenco puro y sencillo, en el que solo su voz y la guitarra de Raül Fernández "Refree" eran necesarios. Se acompaña Rosalía en este nuevo “mal querer” de El Guincho, compositor de varios de los temas y que produce con ella esta “joya”, que arrasa de igual manera entre entendidos y profanos. “Pedro G. (amigo de El Niño de Elche) me recomendó una lectura, Flamenca, una novela del siglo XIII de autor anónimo. Me costó encontrarlo… Pero cuando lo leí me fascinó. El libro me conectó con cosas que me parecía interesante cuestionar. Quería abrir esa caja” ha asegurado la catalana. Quizá no imaginó que hacerlo iba a desatar esta revolución.
Una estrella casi siempre complementa su talento con un aspecto único, y es esa combinación de detalles la que conforma el puzzle completo que se presenta en escena –las redes sociales son también un reflejo en este sentido-. La estética de sus conciertos, sus vídeos... la catalana proyecta sus canciones como un número conceptual en el que faltan ojos para captar todos los detalles. Sus vídeos están llenos de simbolismo y en ellos adapta la historia que quiere contar a esa estética de barrio en la que se ha criado -sus raíces están en la periferia de Barcelona-. Su original nail art, un atuendo, cómodo y urbano, que en la alfombra roja sabe transformar para brillar, siempre, a su manera. Su aspecto aniñado se transforma ante su público, mostrando un carácter que ha conquistado incluso fuera de nuestras fronteras. “Estoy convencida de que lo visual refuerza también la propuesta musical y estoy muy encima de encima de las fotos, de los vídeos, superimplicada en la creación del espectáculo en vivo... A la hora de servir mi música, decido a dónde quiero ir primero. También me gusta confiar en mi intuición” declaró a El País, en el último territorio que ha conquistado: México.
El salto internacional de Rosalía se nutre de las colaboraciones con artistas internacionales como JBalvin, de su presencia cada vez mayor entre los nominados a los galardones más prestigiosos y de su actuación en uno de los programas musicales con más audiencia del Reino Unido, Later... with Jools Holland, donde nombres como Adele, R.E.M. o Amy Winehouse han presentado algunos de sus trabajos. Acaba de ser premiada con dos Grammy latinos, logros que por fin tiene en su estantería –en la edición anterior se conformó con ser solo nominada- y que no hacen más que reiterar lo que ya se sabía: que todo lo que toca acaba convirtiéndose en oro. Artistas de la talla de Dua Lipa y Juanes han recomendado su nombre y la portada de su disco fue uno de los carteles luminosos que cientos de estadounidenses vieron al pasar por la mítica plaza de Times Square en Nueva York.
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Cuando algo está en boca de todos, para bien o para mal, las pruebas son incontables: una colección de Pull&Bear en las tiendas, fiel a su personalidad y gustos; críticas y alguna que otra polémica acusación de ser solo un producto de marketing (nunca llueve a gusto de todos); y, como curiosidad, una parodia de los Morancos, humoristas que se fijan sobre todo en aquello de lo que no se puede dejar de hablar. ¿Cómo iban a pasar por alto a Rosalía? La letra de su tema Malamente fue adaptada a la actualidad política de nuestro país y ha conquistado a los incondicionales de este dúo, gracias al que quizá alguien se haya interesado un poco más en la trayectoria de la artista. Nadie diría que con solo dos discos en el mercado se puede hacer historia, pero algunos de sus hitos demuestran que esta afirmación es, en cierto modo, errónea: su colaboración con el rapero C. Tangana, que fue su pareja durante un tiempo, en los temas Antes de morirme y Llámame más tarde marcó un antes y un después en la música urbana española, lo mismo que el triple récord que ha alcanzado El mal querer (también en él se ve la huella de C. Tangana): número 1 en España en su segunda semana -en las listas de ventas de álbumes (Top 100 Álbumes) y en las listas de álbumes en streaming (Top 100 Streaming álbumes)-, Disco de Oro y la primera y segunda posición en la lista de singles, con Di mi nombre y Malamente, respectivamente.
Pero ¿quién dice que Rosalía solo es cantante? Hay más. Aunque no suele hablar de ello, se formó en flamenco en la Escuela Superior de Música de Catalunya y sabe tocar varios instrumentos. Ha probado además a ponerse a las órdenes de uno de los directores de cine más reconocidos y a “medir sus fuerzas” con una actriz de Oscar. Será la nueva “chica” de Pedro Almodóvar en Dolor y gloria, título en el que el manchego cuenta una vez más con nuestra actriz más internacional, Penélope Cruz. El boom que ha vivido la sigue sorprendiendo, pero está decidida a no cambiar un ápice. “Me siento agradecida de hacer la música que me gusta y en la que creo. No hago concesiones, mi proceso creativo es el que es y no lo cambio”. Si hay algo en lo que todos estarán de acuerdo es que no es una intérprete al uso. ¿Será así como nace una leyenda?