Su actitud ante la vida se puede definir con las palabras valentía y fortaleza con mayúsculas. Irene Villa siempre ha hecho gala de un gran optimismo, enfrentando sin miedo todos los desafíos que se ha encontrado en el camino. A los doce años (en 1991), un atentado de ETA estuvo a punto de costarle la vida y le dejó importantes secuelas físicas: perdió las dos piernas y varios dedos de una mano. Su vida entonces dio un giro radical y no hubo nada que su voluntad y tesón no pudieran lograr, haciendo realidad sus sueños uno a uno, con constancia y sobre todo muchas ganas de superarse. Practicó esquí, bicicleta, submarinismo, hizo el descenso del Sella en piragua, ganó dos medallas de oro en las pruebas de eslalon gigante y eslalon especial en los Campeonatos de Cataluña de Esquí Alpino Adaptado (2010) y se proclamó campeona de Europa de esquí adaptado, revalidando además sus dos medallas en los Campeonatos de España de Esquí Alpino Adaptado (plata y oro en la modalidad de eslalon en 2014). Se convirtió en una estrella del deporte, sin descuidar su formación académica.
En 2011 habló así en ¡HOLA! de las tres carreras que tiene en su currículum. “Hice Audiovisual porque quería ser la voz de las víctimas. Sabía que los medios de comunicación me miraban y buscaba que esta atención fuera un poco útil. Luego hice Psicología porque me encanta la capacidad de superación de las personas y porque quería comprobar que toda la psicología positiva que mi madre me ha enseñado es una ciencia que de verdad existe y ayuda. También estudié Humanidades. Me encantan las culturas, los países y las personas”. Convirtió en realidad sus ganas de formar una fundación, "Lo que de verdad importa", una idea que se animó a materializar en 2014: "Surge principalmente porque no entiendo la vida sin vivir volcada en los demás, porque quiero agradecer el cariño y solidaridad que mi familia recibió y ayudar a formar personas socialmente responsables y emocionalmente fuertes, tengan o no una discapacidad".
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La organización tiene como fin promover el desarrollo y la difusión de los valores humanos, éticos y morales universales al público en general, fundamentalmente mediante el desarrollo de actividades culturales. Ha desarrollado además su faceta de escritora con la publicación de varios libros Saber que se puede, Saber que se puede: veinte años después, Nunca es demasiado tarde, princesa y SOS Víctimas del terrorismo, además de colaborar con distintos medios de comunicación y pronunciar decenas de conferencias, dando un ejemplo de vida y ganándose la admiración de quienes la escuchan.
En su lista de deseos estaba, claro, el de formar una familia. En 2011 se casó con el empresario Juan Pablo Lauro, con quien logró hacerlo realidad: tienen tres hijos en común, Carlos, se seis años, Gael, de tres, y Eric, de dos. El cuarto embarazo de la psicóloga y periodista fue ectópico, lo que motivó que tuviera que entrar en quirófano para que le extirparan las trompas de Falopio (el pasado 2017). De nuevo su gran optimismo y entereza la ayudaron a seguir adelante. “La vida la puedes ver como una tragedia, una condena o una lucha que nunca llega la recompensa o como un regalo maravilloso, una oportunidad de crecer. Fue la lección que me dio mi madre, 'hija, tenemos dos opciones' y con eso me he quedado” dijo entonces.
Con la misma actitud positiva y conciliadora afronta un bache más: su separación tras diez años junto a su marido (siete de matrimonio), que ha confirmado a las páginas de ¡HOLA!. “No siento que mi matrimonio haya fracasado, porque tengo a tres hijos maravillosos y a un compañero de vida para siempre” declara en la revista ¡HOLA! de esta semana, a la venta ya en tu quiosco. Unas palabras llenas de cariño hacia quien seguirá formando una parte muy importante de su vida: "La relación no tiene por qué cambiar" asegura. "Lo único que cambia es la convivencia". Una lección más.
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