No tengo miedo a morirme. Cuando lo digo suelen mirarme como si estuviera loca, algo que en parte entiendo. Digo que no tengo miedo a morirme, no que quiera hacerlo; es simple. Intento vivir con la sensación de que todos los días de mi vida he escrito la página que quería dejar. He soñado, he luchado y he amado. Suficiente. Demasiado. Creo de verdad que la muerte es lo que da sentido a la vida, es el último gran acto de la obra. Somos humanos, estúpidos, bobos y torpes humanos que solo valoramos lo que tenemos cuando sabemos que lo podemos perder o peor, cuando ya lo hemos perdido; por eso la muerte.
A lo que sí tengo miedo es a enfrentarme a la muerte de los que quiero, eso me aterroriza y me espanta. No sé lidiar con las ausencias y se me dan terriblemente mal las despedidas. Como dice Sabina en una de sus canciones: “me duele más la muerte de un amigo que la que a mí me ronda”. Creo firmemente que gran parte de mi felicidad está directamente relacionada con la gente que me acompaña en el camino, por eso me duele imaginar que llegará un punto en el que esas personas abandonen carretera para impulsar su vuelo para siempre. Sin mí, y esa es la parte que me duele.
De esto trata más o menos El método Kominsky, una de las nuevas series de Netflix, de aprender a lidiar con el paso de los años y su poder imparable de erosión. Es, sin lugar a dudas, la serie que más me ha emocionado en el último año y la única que me ha hecho llorar y reír al mismo tiempo. Cuando empecé a verla no pude evitar compartir unas escenas en las stories de mi Instagram y acto seguido tenía a muchísimas personas preguntándome de dónde salía esa maravilla.
Uno de los fuertes evidentes de esta serie son los diálogos. Fuertes, contundentes y directos que te llevan a la emoción. Y, por otro lado, llenos del sarcasmo que te da la experiencia vital que te llevan a la carcajada. Es una serie a la que no llegué por una recomendación, y esto es algo que ocurre por primera vez en esta serie de artículos, sino que la encontré por pura causalidad. ¿Os he contado ya que no creo en las casualidades? Pues eso.
Ya sabéis que no me gusta dar muchos detalles de las sinopsis porque creo que son la versión triste de los spoilers pero para los que piensan distinto, os haré una muy breve: toda la serie gira en torno a dos amigos, un profesor de interpretación y uno de los mayores magnates de la industria cinematográfica, que tienen que aprender a convivir con el nacer de la vejez. ¿Cómo? Conviviendo con ella hasta llegar a asimilarla y quererla.
El motivo por el que tenéis que verla es que guarda uno de mis mantras esenciales para la vida y que dejé escrito en uno de mis libros (sé que queda fatal citarse a uno mismo, pero es lo que hay): a la pena sólo se la vence riendo. Porque es cierto, ante la lágrima imposible de secar lo único que se puede hacer es sonreír para luego poder seguir luchando.