Marisa Jara ha concecido una sincera entrevista a la revista Lecturas en la que habla de los difíciles momentos vividos tras ser operada de un tumor. "Fueron cinco horas de cirugía, me dieron 45 puntos y a mitad de la operación las constantes vitales se me vinieron abajo, se me llegó a parar el corazón", recuerda. La modelo se estaba realizando unas pruebas ginecológicas para someterse a una inseminación artificial cuando los médicos detectaron que algo no iba bien. "En una revisión rutinaria no me lo habrían visto. Querer ser madre me ha salvado la vida. Me dicen que, normalmente, cuando la gente va al médico es porque el tumor crece tanto que se hincha mucho el estomágo. Ahí no hay nada que hacer", explica.
Marisa ha sido intervenida de un liposarcoma NEOM peritoneal. "El oncólogo me ha dicho que he vuelto a nacer. Si no me lo hubieran quitado tan pronto no lo habría contado porque se extiende muy rápido por el cuerpo. El tumor estaba muy pegado al colon y, por precaución, me han cortado un trozo. Me han extirpado el apéndice también", cuenta. "El tumor que me han quitado es muy malo. Me han dicho que, de momento, no me van a dar tratamiento, pero se puede reproducir en otra parte del cuerpo. Cada cuatro meses me tengo que hacer las pruebas", añade.
- Marisa Jara muestra las secuelas de su operación
Este diagnóstico ha truncado el mayor sueño de la modelo: tener hijos. "El oncólogo me ha dicho que ahora me olvide de ser madre. Por lo menos, en dos años. Mis planes se van al traste. Ahora tienen que estar pendientes de que el cáncer no se me reproduzca", manifesta. Marisa se estaba preparando para ser madre soltera, aunque ahora no descarta hacerlo con su pareja, Gabriel. "Si las cosas nos van bien, pensaba ser madre en pareja. Gabriel es una persona muy especial que tengo en mi vida, nos estamos conociendo desde hace un año", confiesa.
La modelo, que en 2017 publicó La talla o la vida, donde contaba su dura batalla contra la bulimia, ha recibido mucho amor desde que anunció que había sido operada de un tumor. "Me siento débil, pero también feliz por toda la gente que se ha volcado conmigo", comenta. "Con el cáncer ha pasado un tsunami por mi vida. Es un palo muy duro. He llorado mucho, pero no delante de mi familia", concluye.