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'Quiéreme si te atreves', la película con la que te replantearás hasta donde llegarías por amor

Marion Cotillard y Guillaume Canet, protagonizan esta filme en la que un juego de niños acaba en historia de amor


Actualizado 24 de octubre de 2018 - 13:35 CEST

Crecer. Crecer es algo a lo que te obliga la vida, sin preguntar arrasa con cualquier brillo de la inocencia, con el frescor inequívoco de la pureza que tiene la niñez. Y creciendo uno aprende a protegerse; también, por desgracia, a hacer daño. ¿Y cómo se aprende? Equivocándose. Así de simple. Así de complicado. Imagina, por un momento, que alguien te pone a prueba; alguien a quien quieres. ¿Hasta qué punto lo harías porque el amor y hasta cuál por el reto? Una de mis películas favoritas habla de eso, Quiéreme si te atreves.

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Quien ve la vida en rosa es que ha conocido los lutos. Por eso, cuando le toman en sus brazos, cuando le dicen palabras de amor, ve "la vie en rose". Una de las mejores parejas del cine a mi parecer, la de Marion Cotillard y Guillaume Canetprotagonizan esta película en la que dos niños comienzan a proponer apuestas a cambio de conseguir una cajita de metal, quien gana puede retar al otro a través de un mismo código: “¿capaz o no capaz?”.

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Una de las mejores parejas del cine a mi parecer, la de Marion Cotillard y Guillaume Canet, protagonizan esta película.

El problema empieza cuando se trata de incorporar el juego de niños al complejo e incomprensible mundo de los adultos, ese universo de telarañas en la que se ponen en juego los sentimientos, el orgullo, las rutinas y las obligaciones. Y, nosotros, pobres estúpidos llenos de cosas llenas de aparente madurez (o eso queremos dar a entender), hasta qué punto somos capaces de perder aquello que amamos simplemente por alguna de ellas. "De modo que ser adulto era esto: tener un velocímetro que va de cero a doscientos, pero nunca pasar de sesenta", dice la película.

La vida, como decía, se desenvuelve sin permiso y nosotros con ella. Allá se lleva el tiempo los años y las locuras, algunos recuerdos, demasiadas personas, muchas promesas, quién sabe si algún beso que se quedó en la recámara, algunas postales tiradas de imaginario precedidas por ese “y si hubiera ocurrido esto o aquello”. La felicidad quizás sea volver a sentir que estamos, de nuevo, dentro de la partida; que ganamos, y que ganamos a quien queremos, y que ganamos junto a quienes queremos. ¿Es la vida un juego? Así que ama, arriesga, vive. ¿Capaz?

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