Farah Pahlavi, la primera y última Emperatriz de Irán, cumplió 80 años este domingo. Y, para disgusto de los ayatolás y de la república islámica que derrocó a la monarquía persa en 1979, la viuda del Sah sigue cautivando al mundo con su historia de vino, rosas y sangre. Este fin de semana, la Emperatriz celebró su 80 aniversario en Washington junto a su hijo mayor, Reza Ciro Pahlavi, considerado como el Príncipe Heredero de Irán, y sus tres nietas: Noor, Iman y Farah. La mayor de ellas, de 26 años, compartió en su cuenta de Instagram varias fotografías del festejo con su legendaria abuela, que reside en París desde que cayó la dinastía de los Sah.
En pocos meses, la familia Pahlavi volverá a reunirse para conmemorar una fecha menos feliz: la de la Revolución. En de 2019 se cumplirán 40 años del comienzo de su exilio. Sin embargo, la Emperatriz no está dispuesta a mostrarse como una víctima del régimen iraní y ha decidido celebrar sus 80 años a lo grande: con un documental sobre su vida y un libro de Assouline que sirve como catálogo racional de la impresionante colección de arte que creó durante su reinado.
La cadena pública cultural y europea ARTE emitirá durante todo el mes de octubre la cinta “Farah Diba Pahlavi. La dernière impératrice”, del cineasta alemán Gero von Boehm. En el documental, la Emperatriz narra en primera persona su cuento de hadas: desde que era una estudiante de Arquitectura que conoció al Sah una noche de 1958 en la embajada de Irán en París hasta que se convirtió en la única Shahbanou de su país y en una de las mujeres más admiradas del mundo.
“Cuando Su Majestad me coronó, él quería mostrar a la nación la importancia que daba a las mujeres. Jamás olvidaré cuando colocó la corona sobre mi cabeza: con ese gesto, él quiso coronar a todas las mujeres de Irán”, revela Farah en el documental. Ese 26 de octubre de 1967, ella se convirtió en una pieza fundamental de la Revolución Blanca, el ambicioso programa de reformas y modernización que inició el Sah en Irán.
Su hijo, el Príncipe Heredero, también participa en el documental de Von Boehm, en el que ensalza la figura progresista de su madre en el Oriente Medio de mediados del siglo pasado. “Hasta entonces, la sociedad era muy patriarcal y machista. Su coronación fue un detonador y levantó muchas barreras”, apunta Reza Pahlavi en la cinta. “Permitió que las mujeres ocuparan un lugar que nunca antes habían tenido en la sociedad iraní. Gracias a ella, podían ser ministras, policías, militares o juezas. Ese fue el comienzo de la emancipación de las mujeres”.
La entronización de Farah no solo hizo soñar a las iraníes, sino también a las mujeres de medio mundo. Vestida con un traje de alta costura de Marc Bohan para Christian Dior y una corona de diamantes, esmeraldas, rubíes y espinelas y un collar a juego diseñados por Van Cleef & Arpels, la espoasa del Sah se convirtió en la Josefina Bonaparte del siglo XX. Y, al igual que la consorte de Napoleón, terminaría sufriendo el peso de la corona: la revolución, el exilio, la enfermedad de su marido, la trágica muerte de dos de sus hijos tras largos años de depresión…
Durante el reinado de su marido, Farah también fue conocida como “la rosa del desierto”, la mujer que colocó la semilla de la modernidad en Irán. En 1977, inauguró el Museo de Arte Contemporáneo de Teherán, con obras de artistas como Warhol, Bacon, Pollock y españoles como Picasso, Chillida o Miró. Cuarenta años después, la editorial Assouline publica Iran Modern: The Empress of Art, un libro que celebra el buen ojo de Farah para el arte. Ella ha participado escribiendo el prólogo y compartiendo sus recuerdos con las autoras.
Este libro es una nueva espina para el régimen iraní, un recordatorio de que la fabulosa colección de arte de los Pahlavi permanece oculta en un oscuro sótano de Teherán porque es considerada como una ofensa para la moral de la república islámica. Desde la revolución de 1979, solo ha vuelto a exponerse al público en contadas ocasiones. Algunas de las pinturas fueron destruidas y otras, vendidas al mejor postor. Farah ha intentado sin éxito que las obras salgan de Irán para ser expuesta en Europa o Estados Unidos. Pero no se da por vencida. A sus 80 años, la Emperatriz continúa liderando la Revolución Blanca que inició su marido hace medio siglo.