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A las 12:30 horas, Sofía Palazuelo ha caminado hacia el altar con un traje diseñado por su tía, la conocida creadora de moda nupcial Teresa Palazuelo, y en ese momento se ha desvelado el secreto mejor guardado del enlace. La novia ha optado por un estilismo muy sencillo sin grandes joyas. Tan solo unos pendientes y una pulsera. Sofía tenía a su disposición tiaras de gran valor histórico para los Alba, pero ha optado por un original tocado de Teresa Briz que adornaba su elegante recogido.
La novia podría haber lucido la tiara ducal, de estilo medieval y con esmeraldas y diamantes, una de las más queridas por doña Cayetana. Una joya que la aristócrata llevó en contadas ocasiones, como en un gran baile veneciano, en los años 50. También podría haberse decantado por la tiara de la Emperatriz Eugenia que la Duquesa llevó el día de su boda con Luis Martínez de Irujo, el 12 de octubre de 1947. La joya sirvió para sujetar el antiguo velo de encaje de Bruselas que llevaba la aristócrata, a juego con un precioso traje de raso. Su única hija, Eugenia Martínez de Irujo, también lució esta pieza de perlas y diamantes el día de su boda con Francisco Rivera.
Otra posible opción era que Sofía Palazuelo hubiera hecho como Genoveva Casanova en su boda con Cayetano Martínez de Irujo, adaptar una pulsera en forma de aplique para el pelo. La Duquesa de Alba lució esa misma pulsera, regalo de su primer marido, Luis Martínez de Irujo, en su boda con Alfonso Diez.
La tiara que no podía llevar Sofía era la que en su día llevó Matilde Solís en su boda con Carlos Fitz-James Stuart, la llamada tiara rusa, que lució también María de Hohenlohe en su enlace, ya que no pertenece a la familia, pues Cayetana de Alba la vendió.
Sofía, de gustos sencillos, ha apostado por un tocado, algo que ya hizo Adriana Marín en su boda con Luis Martínez de Irujo, Duque de Aliaga, celebrada el 1 de octubre de 2016 en el Palacio de Liria, al lucir una diadema de flores de cera y metálicas y cuero rosa.
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Tras la ceremonia religiosa, Fernando y Sofía han ofrecido un almuerzo en el parque de Liria, considerado el jardín histórico privado más grande de Madrid. Los parterres geométricos, delineados por setos e inspirados en los de Versalles, y la fuente del siglo XVIII son un escenario inmejorable para un banquete al aire libre, para más de 300 invitados, en el que se ha servido un menú de tres platos y, de postre, una tarta árabe elaborada con obleas de pasta brick, crema pastelera, nata montada y almendra
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