Hace treinta años de la última gran boda de un heredero al ducado de Alba
Han transcurrido treinta años desde la última gran boda de un heredero al ducado de Alba. El hijo primogénito de los Duques de Alba, Carlos Fitz-James Stuart, por entonces Duque de Huéscar y futuro heredero del título, contrajo matrimonio con Matilde Solís-Beaumont y Martínez Campos, hija de los marqueses de Motilla, el 18 de junio de 1988. Una boda que se celebró con todo el boato que impone ser oficiada en el altar mayor de la Catedral de Sevilla, el mismo escenario donde sus padres, doña Cayetana Fitz-James Stuart y don Luis Martínez de Irujo, se habían casado el 14 de octubre de 1947, un privilegio que entonces sólo alcanzaban unos pocos por ser de sangre real o poseer cierto linaje aristocrático. Hasta ese día solo tres mujeres habían obtenido ese privilegio de abrir la gran reja de oro : Su Alteza Imperial doña Esperanza de Orleans-Braganza, Cayetana de Alba y Matilde Solís.
La boda del primogénito de la Duquesa de Alba fue entonces un gran acontecimiento social que congregó a más de 2000 invitados en Sevilla. El novio había cumplido ya los 40 años y ella, apenas tenía 23. La pareja se dió el sí quiero en presencia de la su Alteza Real la infanta Margarita de Borbón que ostentaba la representación de la Casa Real española. La homilía fue oficiada por don Manuel Solís, sacerdote y hermano de la novia, que siguiendo el rito, les mando unir sus manos, manifestar su consentimiento, la aceptación y la entrega mutua.
Carlos lució para el gran día el uniforme de gala de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, mientras Matilde, la novia, exhibía radiante su vestido nupcial, de organza natural y confeccionado con setenta metros de seda natural traída desde la India, obra de José María Cerezal. Como complemento lució la tiara Rusa, de platino y diamantes, que Cayetana de Alba le prestó para el gran día y que ésta había heredado de su madre, María del Rosario de Gurtubay, duquesa de Híjar, y que ya había lucido Maria de Hohenlohe en la boda con Alfonso Martínez de Irujo, en 1977.
Tras la ceremonia y una vez convertidos en marido y mujer se trasladaron en un carruaje de caballos saludando al número público cogregado por las calles de Sevilla hacia el lugar de la rececpión. El convite, según una antigua tradición, corría a cargo de la familia de la novia, y se celebró en el Palacio de los Marqueses de Motilla. El menu fue un buffet precedido por una selección de aperitivos fríos regados con vinos de Rueda, refrescos y cerveza. El resto de la cena se componía de seis platos: medallones de langosta a la peek, salmón marinado con salsa de mostaza, rosatbeef a a inglesa, salmón ahumado, solomillo a la piña y una suprema de pechuga de poularda al foie. Todo ello servido con ensalada de tres tipos. Y como colofón, una tarta de profiteroles con un velo de caramelo preparados por la casa Juliá a base de crema y salsa de chocolate.
Tres décadas después será su hijo, Fernando Fitz-James Stuart, que algún día se convertirá en el 20º Duque de Alba, quién contraerá matrimonio, a sus veintiocho años, con Sofía Palazuelo, el 6 de octubre en el Palacio de Liria, de Madrid. El hijo de Carlos Fitz-James Stuart, que forma parte desde hace un año de la Real Maestranza de Caballería, una de las instituciones más antiguas y con más prestigio de Sevilla, podría casarse, si así lo deseara, con el traje de maestrante, como hicieron en su día su padre y su tío Cayetano Martínez de Irujo. Por su parte, Sofía Palazuelo, lucirá un vestido de novia realizado por su tía, la conocida diseñadora Teresa Palazuelo y que como en toda ceremonia que se precie será uno de los secretos mejor guardados hasta el gran día.
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Una vez que se conviertan en marido y mujer, Fernando Fitz-James Stuart y Sofía Palazuelo vivirán a pocos metros del palacio de Liria, residencia del Duque de Alba, padre de Fernando. A escasos días del enlace, la pareja ha sido fotografiada trasladando sus enseres al que será su domicilio en pleno centro de Madrid.
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