La semana ha empezado con grandes cambios para Alejandra Rubio, la hija de Terelu Campos. El pasado lunes arrancó una nueva etapa en su vida: comenzó sus estudios de Diseño de Moda en el Instituto Europeo di Design y hace tan solo unas semanas tomaba la decisión de mudarse al céntrico barrio de Malasaña (Madrid), mucho más céntrico que el dúplex de su madre donde, hasta ahora, ha vivido y que se encuentra a las afueras de la capital. Su nueva casa, a la que se ha independizado con su novio, Álvaro Lobo, se encuentra muy cerca a una de las sedes de su centro de formación y puede ir a clase andando, sin tener que hacer largos desplazamientos. Tras la mudanza y los primeros días de adaptación, parece que Alejandra se encuentra perfectamente integrada en su nuevo hogar y ya ha recibido la visita de una de las personas más importantes de su vida: su madre.
“Con la niña de mi vida en su barrio”, ha escrito Terelu Campos en sus redes sociales junto a un selfie en el que aparece junto a Alejandra en una terraza de un estableciemiento. Pese a que “la niña de sus ojos” se haga mayor y se haya independizado, la hija de María Teresa Campos, como haría cualquier madre, ha sido una de las primeras en visitarla y comprobar cómo está siendo su proceso de emancipación. Además, este reencuentro demuestra que, pese a la distancia y a que ya no viven juntas, la relación entre ambas va a seguir siendo tan cercana como siempre.
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Con muchos nervios e ilusión, Alejandra Rubio comenzó su estapa universitaria para convertirse en diseñadora de moda, una vocación que tiene desde niña. De hecho, es una de las influencers del momento y ya hace gala de un estilo propio, muy parecido al de su novio, que además de DJ también comparte con su chica su pasión por la moda, con su propia firma de moda, llamada Lobo.
El reencuentro con su hija también nos ha servido para ver que Terelu Campos está muy recuperada de la recaída que sufrió en su cáncer de mama el pasado julio y muy favorecida tras cambiar de look y decidirse por cortarse la melena. Madre e hija han pasado unos meses duros y Alejandra ha tenido, además, del cariño de su familia, el apoyo incondicional de su pareja. Unas dificultades que les han unido aún más y que han fortalecido su relación hasta el punto de que hayan dado el paso de irse a vivir juntos.