Tres bocetos y el secreto mejor guardado: ¿cómo fue vestir de novia a Meghan Markle?

Su diseñadora, Clare Waight Keller, revela lo que ha supuesto trabajar mano a mano con la duquesa de Sussex

Ni Stella McCartney, que finalmente se ocupó del segundo vestido de la gran Boda Real,  ni Ralph & Russo. Al final la diseñadora que tuvo el honor de diseñar el vestido de novia de Meghan Markle, la prenda que más expectación ha despertado durante los últimos meses, fue Clare Waight Keller. La primera mujer directora artística de Givenchy explicaba en una entrevista en el Palacio de Kensington que se sentía privilegiada de haber podido formar parte de un “momento histórico” y tener la oportunidad de haber trabajado mano a mano con la duquesa de Sussex que, según indica en otro momento, "sabía exactamente lo que quería" para el día de su boda con el príncipe Harry.

El diseño fue uno de los secretos mejor guardados, tanto que, según explicaba Clare en la entrevista, ni si quiera sus hijos ni su marido, Philip Keller, un reconocido arquitecto estadounidense, lo sabían. “Se lo comuniqué esa misma mañana”, apuntaba. Y fue poco después cuando acudió a la Capilla de St. George, donde se aseguró de que el vestido y el velo se veían en toda su plenitud, lo mismo que cuando la pareja salió, por primera vez, como marido y mujer. También ha indicado que trabajar con Meghan fue muy fácil porque es una mujer cercana, “genuina y cálida”, lo mismo que se desprende de los actos en los que ya hemos podido verla.

Según reveló el pasado sábado la Casa Real británica, la novia y la diseñadora se conocieron a principios de 2018 y desde ese momento trabajaron mano a mano para crear un diseño minimalista que ha recibido cientos de elogios en redes sociales. En contra de lo que hizo su cuñada, la duquesa de Cambridge, la ya duquesa de Sussex prefirió prescindir de los encajes u otros elementos decorativos en mangas y escote, optando por un vestido más sobrio, “no tenía dudas de lo que quería”, aseguraba la diseñadora. Aunque los bocetos, antes de dar con el definitivo, han sido muchos, llegaron a la conclusión de que el cuerpo debía estar ligeramente ceñido, que el escote que más le favorecía era el barco y que con una falda de silueta ‘A’ modificada marcaría la diferencia. El resultado fue el que ya conocemos, un impresionante vestido blanco de cadi de seda con el que se aportaba cierta modernidad a un diseño tan sencillo. 

Tal y como se puede apreciar en uno de los bocetos que ha compartido Givenchy, el velo se convirtió en el absoluto protagonista de su look. Esta pieza de cinco metros de longitud y confeccionada en tul de seda si tenía los esperados bordados de flores que, casi siempre, han lucido las novias británicas. Las suyas, y según confirmaba la Casa Real, hacían referencia a los 53 países de la Commonwealth. Algo que fue muy trabajoso y que las llevó a investigar, a ella y a la diseñadora, la flora de todos esos territorios, para configurar una suerte de guía botánica con las más representativas de cada zona. Pero si alguien se atrevió a contarlas descubriría que, en realidad, hay dos más: la flor de macasar, que crece en los terrenos del Palacio de Kensington, y la amapola californiana, la flor del estado en el que nació ella. Además, dos espigas, símbolo de amor y caridad, decoraban la parte delantera.