"Estoy sola y estoy muy bien". Con estas palabras Claudia Ortiz anunciaba su ruptura con el joven sevillano Manuel Ferrano de la Puerta, con quien mantenía una relación desde finales de 2017. "Estoy tranquila y fenomenal", añadió la hija de Bertín Osborne que por supuesto admite que abierta al amor: "Claro que sí". Después de una temporada viviendo en Nueva York, regresó a España y conoció a este joven sevillano de 27 años, sobrino del jinete Antonio de la Puerta, que se convirtió en el culpable de su sonrisa después de su ruptura con el australiano Hugh Hawkins. Claudia reconoció entonces que "todavía era pronto" para hablar de novio, y el tiempo le ha venido a dar la razón.
Aunque en un principio la distancia no suponía ningún impedimento para ellos -ella vive en Madrid y él en Sevilla-, finalmente quizá sí haya sido un obstaculo. No obstante, la hija de Bertín y Sandra Domecq se encuentra feliz en su soltería. "La vida me sonríe y yo sonrío a la vida". Licenciada en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, Claudia señaló que está haciendo prácticas del Master de Coaching, al mismo tiempo que lo compagina con trabajos de moda. "Aprendiendo sin parar", dijo durante su presencia en la exposición Time-Capsule de Louis Vuitton en el Museo Thyssen de Madrid.
Discreta en cuanto a relaciones se refiere, Claudia Ortiz siempre ha querido mostrarse cauta a la hora de hablar de sus parejas. "Esos temas prefiero llevarlos en un área más privada", asegura, aunque últimamente han salido a la luz todos sus romances. Meses antes de salir con Manuel Ferrano de la Puerta, mantuvo una historia de amor con el australiano Hugh Hawkins, con el que recorrió el mundo, Nueva York, Miami, Australia e incluso la costa gaditana.
Pese a todo Claudia Ortiz mostraba su parecer en lo que a relaciones sentimentales se refiere en un post de su blog que decía: "La vida amorosa es como conducir en carretera". "Hay 3 factores que afectan a ambos: ritmo, seguridad/confianza y dirección". Para que una relación de pareja funcione, exponía que tiene que haber "un mismo ritmo para que no exista ni agobio ni frustración, se tiene que dar la confianza y la seguridad para manteneros estables y se tiene que llevar la misma dirección. En el momento en que una de estas tres se tambalea, la pareja se ve puesta a prueba y para conseguir volver a la situación ideal es necesario mostrar flexibilidad", aseguraba. Si no es así, la situación es insostenible.