Donald Trump no ha iniciado el nuevo año con buen pie. Cinco días después de que 2018 haya hecho acto de presencia, el mandatario estadounidense ha visto no sin cierto malestar cómo sale a la luz un libro que revela algunos secretos sobre su ascenso al poder. Durante todos estos días, el presidente ha intentado a través de sus abogados frenar la publicación de Fuego y furia: dentro de la Casa Blanca de Trump pero no ha tenido éxito, pues este viernes la obra ya está en el mercado después de que la editorial decidiera adelantar unos días su salida a la venta como respuesta a la reacción del presidente.
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El periodista que firma el libro, Michael Wolff, ha puesto de manifiesto datos reveladores sobre la victoria del marido de Melania Trump en las elecciones de hace un año y sobre el carácter caótico e infantil de Donald Trump. Asegura, entre otras cosas, que ni él mismo se creía su propia victoria electoral y que se quedó helado como "un fantasma". "No disfrutó de ese día. Estaba cabreado porque gente de primer nivel se negó a ir, se peleó con su mujer, que estaba al borde de las lágrimas...", cuenta. Para ello recabó 200 testimonios de personas próximas al mandatario estadounidense que fue recogiendo a lo largo de 18 meses.
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La obra también da cuenta del comportamiento de Donald Trump con el servicio de la Casa Blanca, al que estableció sus reglas nada más acceder a la presidencia. "Si mi camisa está en el suelo es porque quiero que esté en el suelo", llegó a afirmar después de entrar en una residencia que, en su opinión, era "irritante e incluso espeluznante", tal y como revelan las páginas de la publicación que acaba de ver la luz y que rápidamente se ha situado en las primeras listas de Amazon.
Una vez tomó posesión, Donald Trump no supo qué hacer con la Administración. La jefa adjunta de la Casa Blanca insistía en conocer cuáles eran las prioridades y preguntó de forma reiterada durante semanas a Jared Kushner, yerno del político. "Solo dime tres cosas en las que el presidente quiere centrarse", solía interpelar. Tampoco se atrevía Trump en sus inicios como mandtario a comer otra cosa que no fueran productos del McDonalds por miedo a ser envenenado. Por este motivo tampoco dejaba que el servicio tocara su cepillo de dientes.
Su hija Ivanka, presidenta
Según Wolff, tanto Ivanka Trump como el marido de ésta, Jared Kushner, acordaron, a espaldas del mandatario, que ella sería la primera mujer presidenta de Estados Unidos. "Ivanka había ayudado a su padre no sólo en asuntos de negocios, sino también maritales. Era algo transaccional". Tanta era la influencia de su hija que, tal y como recoge el libro, ella hacía bromas continuamente sobre el cabello de su padre. "A menudo describía a sus amigos la mecánica que había detrás del peinado", escribe el periodista.
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