De la mano de diciembre y envuelta en villancicos y mazapanes, aguinaldos y turrones, llega, como siempre, Navidad para recordarnos que, hace veinte largos siglos…
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“... allá en Belén de Judá
apareció una gran luz,
una virgen a un niño alumbró
y le puso por nombre Jesús”.
Desde la idea del niño que vino al mundo sin casa y sin techo, desde la viva realidad de que Jesús era, a fin de cuentas, un forastero cuyos padres no encontraron sitio en ninguna posada, y desde el convencimiento de que el camino de Belén es, ante todo, un camino de concordia y buen entendimiento...
¡¡¡FELIZ NAVIDAD A TODOS!!!
Belén, palabra que suena a campana, hace referencia a una actitud y a un estado de ánimo más que a un determinado lugar en el mapa. Belén, palabra que tiene parte de misterio y parte de magia, es el empeño de intentar respetar la manera de pensar de los otros. Belén es, a fin de cuentas, una cadena de solidaridad y de pasos dados pensando siempre en que hay que atender más a lo que nos une que a lo que nos separa.
“A Belén se va y se viene
caminando.
A Belén se va y se viene
preguntando.
A Belén nadie va solo:
el camino es nuestro hermano.
Navidad es un camino
que no tiene pandereta
porque Dios resuena dentro
de quien va en fraternidad.
Navidad es el milagro
de pararse en cada puerta
y saber si algún hermano
necesita nuestro pan”.