Y OT nos hizo soñar de nuevo quince años después
La nueva edición, que ha recuperado el espíritu de la primera entrega, ha conseguido que miles de espectadores se emocionen de nuevo
Si el 2016 fue el del aniversario y reencuentro de la primera edición de OT, 2017 ha sido el año en que este formato nos ha hecho soñar de nuevo. La academia más famosa de la televisión, aquella que hizo historia sentando frente a la tele a millones de españoles, la que vio nacer a voces que se han convertido en un referente en la música, la que nos hizo descubrir la ternura del amor, el éxito del esfuerzo, la felicidad de cumplir un deseo a simple vista inalcanzable..., abrió de nuevo sus puertas. Y lo hizo recuperando los valores que inspiraron a aquella primera generación que aún añoramos.
Los 16 aspirantes que este año han cruzado las puertas de OT eran apenas unos niños cuando se emitió la primera entrega, y ha sido quizá con esta cierta “inocencia” con la que nos han conquistado. Aunque en esta ocasión, el siglo XXI manda y son las redes sociales las que congregan a miles de espectadores frente al canal 24 horas de Youtube. Las clases de yoga, gimnasia, técnica vocal o interpretación vuelven a formar estrellas que luego brillan con luz propia en escena. Quien lo ve desde fuera sueña con recibir una píldora de sabiduría de los expertos, que van modelando a un futuro ídolo con mimo. El éxito de OT está en las personas.
Y es que si en su día nos enamoramos de la timidez de Rosa, de la fuerza de Chenoa y de la emoción de Bustamante, este año lo hemos hecho de nuevo con los 16 aspirantes. Sonrisas, lágrimas y una historia de amor, o al menos un inmenso cariño, abarrotan la escuela. Amaia ha logrado con su naturalidad hacerse un hueco en el corazón de quienes la han bautizado ya como Amia de España, y también en el de Alfred, claro. La pareja intercambia confidencias y miradas tiernas que tuvieron un primer estreno público con el tema City of stars, una actuación que acumula ya dos millones de visualizaciones. Es el momento histórico de esta temporada: un dúo a dos manos en el piano que derrochó talento y romanticismo a partes iguales.
Su acercamiento ha repetido la historia de Chenoa y Bisbal, que se enamoraron también en la escuela de OT y estuvieron juntos durante tres años. En este caso, el amor siempre es igual sea la época que sea. Se les ha bautizado como Almaia y parece que también ellos comparten besos a escondidas cuando nadie les ve. Cuando les enfocan las cámaras solo hay conexión, piropos y sensibilidad acentuada por la música. Las melodías tienen ese efecto. De hecho, fueron ellos los encargados de recuperar el Escondidos de la primera edición, ese dúo que nos provocó mariposas en el estómago.
Los momentos de OT que queremos que se repitan en el reencuentro
Bisbal, Bustamante, Chenoa... el año en que volvimos a emocionarnos con OT
Pero lo que llevamos de edición nos ha dejado también momentos para recordar como la despedida entre lágrimas de Marina, el crecimiento de Raoul en escena, la diversión de Ricky, las bromas de Roi, el tesón de Miriam, las ganas de superación de Nerea, el espectáculo de Agoney, la espontaneidad de Aitana, la originalidad de Alfred, la naturalidad de Amaia, la fuerza de Ana Guerra, la sensibilidad de Cepeda, el sabor flamenco de Juan Antonio, la lucha de Mimi, la emoción de Mireya, la última actuación de Thalía... y un largo etcétera de motivos por los que no hemos podido despegarnos de la pantalla.
Al frente de este espectáculo de varias pistas está Roberto Leal, que se ha volcado con sus "chicos", compartiendo con ellos su primero y por ahora único paseo fuera de la academia, participando en el chat imitando al Chikilicuatre (que participó en el festival de Eurovisión), animándoles y apoyándoles, riendo y sufriendo con ellos. El equipo de profesores entre los que están viejos conocidos y nuevos rostros guían estos diamantes en bruto hasta la victoria, con el permiso del jurado que dosifica, a partes iguales, halagos y severidad para retarles y animarles a seguir luchando. Es el OT en estado puro dentro de quince años querremos ver de nuevo.