Toda una vida de recuerdos, de anécdotas, dedicado a la pasión que le hizo feliz: las motos. Ángel Nieto cumplió sus sueños y elevó la competición del motociclismo a lo más alto, convirtiéndose en un pionero en este sector. Su pasión, su energía y sus recuerdos se hicieron visibles en la última entrevista que concedió el expiloto, que se emitió el pasado mes de junio en televisión (en Mi casa es la tuya). Sentado en su residencia de Ibiza, su refugio, junto a Bertín Osborne repasó aquellos episodios que formaron una parte muy importante en su vida.
“El día que me vaya de este mundo, me iré tranquilo sabiendo que nunca he deseado el mal a nadie” aseguró Ángel. Una declaración que daba una muestra de su gran corazón y su generosidad. Sus inicios humildes no le impidieron luchar por aquello que soñaba: subirse a una moto y triunfar. “Vivíamos en una chabola que no tenía ni agua corriente, nos las ingeniábamos como podíamos” comentó sobre el traslado de su familia de Zamora a Madrid, al barrio de Vallecas.
Con 15 años, se marchó a Barcelona, donde vivió durante seis meses en el sótano de una frutería para poder trabajar en el taller de Paco Bultó. “Dormí seis meses en el sótano de la frutería, lloraba todos los días, cogía la maleta para irme a mi casa, me acordaba de las motos y me quedaba. Yo sabía que no quería ser mecánico, lo que quería ser era corredor de motos”. Y su tesón y fortaleza dio sus frutos, aunque sus inicios fueron del todo discretos, sin hacer ruido. “Cuando gané el primer título mundial solo me fueron a recibir los colegas del barrio, nadie se había enterado”. Tenía entonces apenas 21 años.
A lo largo de sus setenta años, hubo momentos difíciles como el incidente que provocó que el número 13 desapareciera de su vocabulario. “El 1 con el 3 no me gusta nada y tengo mis motivos”, relató. “Tuve un accidente en Benidorm, un domingo que era el 1 con el 3, con tan mala suerte que en plena recta me quedé sin freno delantero”. “Es la única vez que me he tirado de una moto porque vi que me hacía mucho daño. Con mi propia pierna le partí la tibia a un operario y la moto se fue hacia la gente, a un hombre le tuvieron que amputar la pierna, otro estuvo muy grave… lo pasé fatal. Es el accidente más desagradable que he tenido en mi vida. Todas las ganancias de los premios las doné a los heridos”. Fue por eso por lo que siempre se refirió a sus triunfos como 12+1, una expresión que añadió incluso a su firma y se ha convertido en un símbolo.
Una de las anécdotas que guardaba con cariño fue aquella en la que el rey Juan Carlos le ayudó a reparar una moto de agua. “Yo le tengo mucho respeto y mucho cariño, no soy amigo del Rey pero yo sé que él me tiene cariño y yo a él también” aseguró Ángel sobre don Juan Carlos. “Por aquel entonces, el príncipe Felipe debía tener 15 años cuando probó una moto de agua que se quedó parada a media milla. El Rey y yo fuimos a por él y juntos la arreglamos”. Y contaba la historia así: “Señor, me hace falta herramienta”, le dijo Ángel Nieto al rey Juan Carlos. Este le trajo una caja de herramientas. “Yo iba a coger un alicate, y el Rey me daba el alicate; iba a coger un destornillador y me lo daba”, relató Nieto. “Me corté, pero hubo un momento que estuve a punto de decirle. '¡Chaval, la diez once!'”.
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La espontaneidad y naturalidad de Nieto conquistó a la audiencia y también la cariñosa aparición de su madre, Teresa, que tiene 100 años. “A mí siempre me han dado mucho miedo las motos. Un día él me llevó a un sitio muy cerca... y le dije que no volvería a montarme” contó. En el programa, se le vio también compartiendo un almuerzo con sus hijos, Gelete, Pablo, Hugo y el “cuarto”, su sobrino Fonsi. “A pesar de las dificultades siempre he sido muy feliz” declaró Ángel. Y con ese recuerdo se quedan quienes le quisieron y admiraron.