Mucho se ha escrito en estos días sobre el supuesto retiro o la estudiada desaparición de Isabel Preysler. Pero la realidad es mucho más prosaica y menos grandilocuente de lo que se podía imaginar...ya que lo que de verdad ha ocurrido en estas semanas de aparente desvanecimiento de la escena social es, simplemente, que en los lugares que ha estado no había objetivos que inmortalizaran el momento.
La revista ¡HOLA! de esta semana descubre que Isabel Preysler se encontraba a miles de kilómetros: primero en Buenos Aires, junto a Mario Vargas Llosa, y después en Estados Unidos, en concreto, en Miami, visitando a sus hijos y a sus nietos. Por lo demás, han continuado con su agenda social de siempre, saliendo y entrando para acudir a cenas y reuniones con amigos. Bien es cierto que la casa de Isabel se encuentra en plena vorágine de obras para renovar la piscina, con todo lo que conlleva convivir con trabajos de albañilería.
Y no es menos verdad que Isabel siempre tuvo claro que no siempre acompañaría al Premio Nobel a todos sus compromisos, dejándo así una parcela propia para cada uno. Así tampoco es de extrañar que no haya asistido con él a las Ventas, a los festejos de la Feria de San Isidro, ni a la presentación de un libro colectivo, evento que asistió con su hijo Álvaro. Sin embargo, como es habitual en ellos, Mario e Isabel salieron a cenar con amigos escritores del premio Nobel, entre los que se encontraba Jorge Edwards, a un restaurante navarro de la capital. La vida continúa para Mario e Isabel