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Y de nuevo lo ha vuelto a hacer. Rafa Nadal se ha hecho con la copa que le acredita como vencedor del Masters 1000 de Montecarlo y, con ella en las manos, ha hecho su característico gesto de vencedor. Ese “mordisco” tiene un significado muy especial y es que su victoria escribe una página más en la leyenda personal del tenista: es la décima vez que conquista el título en el Principado, algo que nadie antes había logrado en ningún torneo. Ahí es nada.
“Es un día importante en mi carrera. Quizá alguien piense que es una rutina, pero no es así. Es un sentimiento diferente cada vez que gano aquí, un sentimiento único. Para ganar diez veces hay que tener también un poco de suerte, hay muchos factores que se combinan para que pase. Me siento afortunado de poder seguir jugando y tener salud” explicó Nadal tras ganar.
Y claro, en las gradas para aplaudir su gesta estaba su novia, María Francisca Perelló, el apoyo más incondicional que sigue al tenista allá donde va. Manteniéndose como siempre en un discreto plano, la mallorquina siguió cada partido de Nadal en la competición, sufriendo y emocionándose con cada punto. En la final por supuesto estaba en las gradas y por supuesto cuando consiguió el punto ganador se levantó y aplaudió con ganas, mostrando esa mirada de orgullo que la caracteriza.
Ella se recorre medio mundo acompañando a Rafa a las diferentes competiciones en las que el deportista sigue demostrando por qué es una de las mejores raquetas del planeta. Llevan juntos más de una década y forman una de las parejas más estables del panorama deportivo.
Este es el título número 70 de Rafa Nadal, el número 50 en tierra batida, lo que le convierte en el tenista más laureado en esta superficie. En el ránking de la ATP se sitúa en quinta posición. Sus próximo reto está en España, el Conde de Godó, y a partir del 28 de mayo se entregará en el Roland Garrós.
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