Las urnas han hablado. Donald Trump es el próximo inquilino de la Casa Blanca que tomará el relevo de Obama en la presidencia de los Estados Unidos. A su lado por supuesto su familia y la que a partir de ahora será la Primera Dama, Melania Trump, que ostentará un cargo casi tan importante como el que ejercerá su marido. Y es que siempre, así lo dice el dicho, detrás de un gran hombre hay una gran mujer.
Pero ¿quién es realmente Melania Trump? Nació en Eslovenia en 1970 y es la primera Primera Dama que no ha nacido en Estados Unidos desde el siglo XIX, tras Louisa, mujer de John Quincy Adams, sexto presidente de los Estados Unidos (1825-1829). Melania obtuvo la nacionalidad americana en el año 2006. Es hija de un austríaco, Victor Knavs, que gestionaba una franquicia de coches y motos, y Amalija, eslovena, que trabajaba diseñando moda y cosiendo en una fábrica de ropa, según Page Six.
“Mi madre estaba en el negocio de la moda. Tenía cinco años cuando desfilé en una pasarela por primera vez e hice anuncios con 16” ha declarado Melania a Parenting. Su camino estaba precisamente en ese campo y, con 17 años, fue descubierta por el fotógrafo Stane Jerko, durante un concurso de moda. Melania estudió arquitectura y diseño en la universidad de Ljubljana, formación que compaginaba con sus viajes a Milán, donde fichó por una agencia de modelos con 18 años. Fue entonces cuando cambió su apellido por Knauss.
El fundador de ID Models Management, Paolo Zampolli, que la conoció cuando trabajaba en París y Milán, la invitó a unirse a su agencia en Estados Unidos. Describe a Melania, que se mudó a Nueva York en 1996, como muy profesional y que se tomaba su carrera muy en serio. “Vino a trabajar, no por otra razón. Así que hacía lo que una modelo tiene que hacer, ir al gimnasio y a trabajar” comenta Zampolli en Page Six.
Conoció a Donald Trump en una fiesta organizada por Zampolli precisamente durante la Fashion Week neoyorquina en 1998. Ella tenía entonces 28 años y él 52, pero la diferencia de edad no fue impedimento. Ella misma ha contado que en ese momento él le pidió su número, pero, como estaba acompañado y tenía fama de conquistador, no quiso dárselo -Donald se había separado un año antes de su segunda mujer Marla Maples, de la que se divorció en 1999-. En cambio, ella le pidió el suyo. “No soy una chica que le da su número a cualquiera” declaró después a The New York Times. Tras un viaje de trabajo, como le había gustado su "chispa", se decidió a llamarle.
Ella tenía una carrera de éxito en la moda, pero fueron muy cuestionados sus intereses reales para estar con él, por la posición de Trump. “No puedes estar con una persona si no la quieres, si no te llena. No puedes abrazar un apartamento bonito o un avión. No puedes hablar con esas cosas” declaró Melania al Times. Pasaron siete años, fue en enero de 2005, hasta que se casaron en el fabuloso resort Mar-a-Lago en Palm Beach, Florida, propiedad de Trump. Se había integrado perfectamente en la familia de su marido y se llevaba muy bien con los hijos que este tiene de sus dos anteriores matrimonios, Donald Jr., Ivanka y Eric, de su unión con Ivana, y Tiffany, cuya madre es Marla. "Soy su amiga" ha declarado Melania a People. "No soy su madre. Les conocí cuando eran adolescentes, fui a sus graduaciones en el instituto y la universidad, así que nos conocemos desde hace mucho".
A pesar de haberse unido a uno de los hombres más ricos del mundo, con el que tiene un hijo Barron de diez años, Melania no ha dejado de lado su pasión por la moda. Se puede comprobar en sus redes sociales, testigo del lujo que rodea su estilo de vida, y en el negocio de joyas que gestiona. Siempre se la puede ver acompañando a su marido, aunque se suele mantener en un segundo plano, muy discreta. “Para casarse con un hombre como Donald, necesitas saber quién eres” le dijo en 2005 a Larry King. “Saber quién eres y ser fuerte y lista. Y él necesita saber que puede confiar en mí”.
En declaraciones a People, Melania ha asegurado que tiene sus propias opiniones que no tienen por qué coincidir con las de su marido. “No soy una persona que dice a todo sí. Doy mi opinión y siempre ha sido así. Creo que eso a él le gusta”. Desde que se casó ha estado involucrada también en labores solidarias, por ejemplo con la Cruz Roja americana. Se confiesa activa y desvela sus gustos, también en la revista People. “Me gusta el tenis y el Pilates, leo revistas y me encanta la moda”.
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En cuanto a la posibilidad de convertirse en Primera Dama se manifiestaba prudente cuando comenzó la carrera hacia la presidencia. “Es un camino largo. Yo lo afronto día a día. Mi marido tiene a mucha gente apoyándole. Veremos”. Donald Trump confiaba plenamente en ella. “Representaría magníficamente a nuestro país. Es elegante y con un gran corazón. Muy tranquila y segura, muy cariñosa y guapísima”. "Es bonita, inteligente, incluso divertida y emprendedora", dijo este febrero Katrina Pierson, portavoz de la campaña, en la cadena CNN, después de que se cuestionara su pasado. "Fue modelo, fue su profesión. No nos sentimos mal por ello. Es una mujer fuerte", agregó.
En la campaña ha dejado el protagonismo a su marido, sólo ha dado contados discursos, no exentos de comentarios posteriores por las ideas expresadas –la controversia ha sido una tónica en la campaña del recién elegido Presidente estadounidense-. En las entrevistas que ha concedido, ha comentado que su prioridad como Primera Dama estará centrada en “los más necesitados, las mujeres y los niños”. Una causa importante en la que concentrar sus esfuerzos en los próximos cuatro años.