Era una de las imágenes más buscadas y esta semana ¡HOLA! la lleva en portada. Hacía años que a Isabel Preysler no se le fotografiaba en traje de baño y, cómo se puede ver en las páginas de la revista que está ahora mismo en los quioscos, en estas esperadas imágenes durante sus vacaciones con Mario Vargas Llosa, lo hace con una impecable figura y como si no hubiera pasado el tiempo. Prueba de ello son estas imágenes, ¿cuántos años separan a estas dos fotografías?
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Son 24 años los que separan este reportaje de Isabel con sus tres hijas, Chábeli Iglesias, Tamara Falcó y Ana Boyer, y las que acaban de publicarse del idílico viaje con el Nobel por el Sudeste Asiático. Entonces Isabel Preysler llevaba un traje de baño con fondo amarillo y rosas, al juego de la misma tela que el de su hija mayor, mientras que la pequeña de la casa, que el pasado 18 de abril cumplió 27 años, no se despega de ella.
Mientras que el reportaje que publicó ¡HOLA! en 1992, a Isabel Preysler se le ve con único traje de baño, para esta luna de miel anticipada con el escritor llevaba en su maleta una amplia variedad. Hasta con cuatro trajes de baño diferentes son los que se puede ver a Isabel en la revista ¡HOLA! de esta semana, diseños que van desde los tonos pastel hasta los fluor y que tienen un común denominador: un pareo a juego.
Aunque la "percha" siga siendo la misma, mucho ha cambiado la vida de Isabel en los últimos años. “¿Imaginarme en esta etapa enamorada como una adolescente? No, claro que no. Todo lo contrario. Cómo vas a pensar que te vas a enamorar de esta forma después de tres matrimonios, cinco hijos, dos nietos ¡y a mi edad!”, contaba ella a ¡HOLA! a principios de julio, cuando se cumplía su primer año de amor con Mario Vargas Llosa.
Disfrutando de una etapa nueva en sus vidas, Isabel y Mario están viviendo un verano único: crucero en los fiordos, viajes por las islas griegas, una parada en Bali y estos días den ensueño en el Sudeste asiático. Aunque sus destinos están siendo de lo más variado, son fieles a una misma rutina vacacional. El escritor no renuncia a su pasión literaria ni siquiera en su tiempo libre, y dedica cinco horas al día a escribir. Mientras tanto, Isabel se dedica a relajarse paseando por la playa o leyendo un buen libro. Cuando Mario da por finalizada su jornada de escritura, la pareja se reúne para que el autor peruano le lea a su pareja sus nuevas páginas, y ella le escucha con mucha atención.
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Una idílica "luna de miel" en toda regla para una boda que todavía no se sabe si llegará. “Mario me ha pedido que me case con él…, pero aún no le he respondido. Nada está descartado en nuestro futuro… Todas las opciones son posibles”, explicaba Isabel a la vez que confesaba que si se casara, no lo haría ni en una boda multitudinaria, ni de blanco.