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Un encuentro épico con dos grandes rivales. Real Madrid y Atlético de Madrid midieron sus fuerzas en la final de la Champions League 2016 en el estadio San Siro de Milán. Un partido reñido, no apto para cardiacos, cuyo desenlace tuvo que esperar hasta la tanda de los penaltis. Finalmente, el club blanco se alzó como el campeón de la noche y la alegría de los jugadores de Zinedine Zidane se mezcló con la tristeza de los miembros del equipo colchonero que hicieron un gran partido.
El último penalti, a cargo de Cristiano Ronaldo, convirtió el estadio San Siro de Milán en una auténtica fiesta para los aficionados blancos. Los jugadores festejaron la victoria en compañía de sus familias que habían seguido muy atentas el encuentro. Esta vez tocó saltar al terreno de juego para formar parte de la celebración y compartir emociones.
Pilar Rubio, que durante el partido protagonizó diversas imágenes en las que se mostró totalmente entusiasmada, se contagió de la alegría de la plantilla blanca, al igual que su pequeño, Sergio Jr. Ambos viajaron a Milán para animar al capitán madridista que quiso compartir su triunfo con toda su familia y nada más finalizar el encuentro se cambió de camiseta y portó una en la que se podía leer "Amor de familia" en la que llevaba los rostros de sus seres queridos. Besos, emoción y mucha alegría… es lo que se pudo ver sobre el terreno de juego.
Sergio Ramos no fue el único que festejó este título junto a su hijo, otros compañeros de vestuario como Cristiano Ronaldo, Luka Modrić, Pepe o Marcelo, entre otros, también vivieron la celebración en compañía de sus pequeños. El entrenador, Zinedine Zidane, además, contó con un talismán muy especial para esta final, su familia: su mujer y sus hijos.
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Entre los aficionados del equipo blanco, nada menos que una estrella de Hollywood, Richard Gere. El actor se sumó a la locura por las Champions y viajó en el avión que desplazó a la plantilla a la ciudad italiana. Junto a su novia, Alejandra Silva, ambos quisieron participar en esta fiesta. El Real Madrid regresó horas después a la capital para brindar la úndécima Copa de Europa a los aficionados que se habían congregado en la plaza de Cibeles.
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