Se ha cumplido casi una semana desde que pisara el escenario de Eurovisión y Barei ha regresado a España con un mal puesto en las puntuaciones, pero un triunfo en su maleta. Y es que a pesar de las excelentes críticas recibidas por su energía y su dominio de la voz en escena, España no logró sobrepasar el puesto 22 en unas votaciones que este año más que nunca mantuvieron la emoción hasta el final, coronando a inesperados vencedores y quitando la ilusión de la victoria a los que ya se veían con el oro al cuello. La artista ha abierto su corazón y se ha sincerado sobre sus sentimientos ahora que los nervios han quedado atrás.
“Estoy muy contenta porque no me esperaba el recibimiento que he tenido con la posición que hemos obtenido. Estoy muy feliz porque veo que la gente valora el esfuerzo, el trabajo y el buen hacer por encima de todo” declaró en el programa Sálvame -interpretó además en directo el tema Say yay!-. En su turno, sintió una gran complicidad con el público y estuvo muy a gusto. “Esa emoción que viví y esa energía que se palpó esa noche, ha quedado ahí plasmada. Yo sé que me lo he pasado muy bien y que he hecho disfrutar a mucha gente, y he disfrutado”. Bajo estas líneas puede recordar su actuación.
Pese a su alegría por la buena actuación, Barei confesó que también había sentido tristeza e incluso más. “La primera palabra que me salió estando en la green room cuando veía que bajábamos y bajábamos y lo primero que dije fue: Qué vergüenza”. Sin embargo, sí que comentó que no le duró demasiado ese sentimiento. “No me duró mucho porque luego vi a la gente y pensaba que me iba a caer la del pulpo” aclaró.
Uno de sus principales miedos cuando finalizó Eurovisión fue a la reacción que tendrían no sólo la prensa sino también y sobre todo los eurofans, que la habían apoyado y acompañado en todo este proceso. “Y de la gente, ya no solo de la prensa, de los eurofans, de la gente que me ha apoyado, de mi equipo, de todo el mundo, me sentía muy responsable, pero luego vi que todo el mundo estaba contentísimo con la actuación”. Ni siquiera quiso verla hasta un par de días después aunque no hubiera cambiado nada. “Creo que la energía y la ovación que hubo lo dijo todo y la música la hago para emocionar a la gente. No la hago para aprobar una asignatura, sino para emocionar, hacer sentir cosas y hacer a la gente que se levante por dentro si está de bajón y por fuera si le apetece bailar”.
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Esta experiencia le ha enseñado una lección importante, de eso está segura. “Que el camino es lo importante. Eso es lo que me llevo, disfrutar del camino. Creo que he crecido mucho personal y profesionalmente. He conocido facetas de mí que nunca hubiera imaginado que existían. He aprendido mucho de responsabilidad, de disciplina, de ser responsable sin dejar de disfrutar, que es importante…”. Trabajo intenso, agendas imposibles, muchos ensayos... ¿y ahora qué? Ella misma lo dijo cuando regresó de Estocolmo: “Yo lo que necesito ahora es silencio”. “Sí, y mis perritos” añadió ahora.