Madonna ha sabido lidiar como nadie con el escándalo, de hecho esa fue su mejor baza durante la década de los ochenta y no se ha desprendido de ella hasta la actualidad. Pero la polémica que le rodea ahora es muy diferente a la que nos tiene acostumbrados, envuelta en una dura batalla judicial con su ex marido, Guy Ritchie, da muestras constantes sobre el escenario de estar atravesando un mal momento.
La custodia de Rocco, de quince años, el hijo que la artista tuvo con el director de cine británico con el que estuvo casada hasta el año 2008, es un largo y agrio enfrentamiento. Mientras Ritchie en Londres acude a los juzgados de Londres y –según ha informado Daily Mail- busca asesoramiento en la organización Fathers4Justice; Madonna se encuentra al otro lado del mundo dando muestras de un comportamiento cuanto menos errático.
Si hace unas semanas se derrumbó en mitad de un concierto en Nueva Zelanda -“No existe un amor más fuerte que el que tiene una madre por su hijo”, dijo antes de entonar el tema La vie en Rose y tras afirmar que le echaba mucho de menos y que si continuaba hablando podría romper a llorar-, su llegada a Australia no ha sido más tranquila.
“Hoy voy a hacer algo que nunca he hecho, y es beber mientras canto… Por Jesucristo, traedme una copa”, dijo sobre el escenario del Rod Laver Arena en Melbourne en el que apuró un cosmopolitan. Este hecho eclipsó su paso por la ciudad, ya que la cantante recibió multitud de críticas que apuntaban a que la no estaba en condiciones de realizar el espectáculo, una actuación en la de nuevo estuvieron presentes las alusiones a su hijo Rocco, igual que viene haciendo desde sus redes sociales en los últimos meses.
La propia Madonna quiso utilizar las redes sociales para aclarar esta polémica. “Hay malas personas que desconocen el arte de la actuación y de la interpretación de un personaje (en ese momento estaba caracterizada como un payaso triste). Nunca podría hacer mi espectáculo estando borracha”, afirma la artista haciendo a la vez un reclamo feminista.
La siguiente parada en Australia llevó a la cantante –y a sus hijos pequeños, que se dejaron ver en un zoo del país- a Brisbane y con ella de nuevo llegó el escándalo. Madonna debía salir al escenario a las 8, pero la organización afirmó que no saldría al escenario hasta las 10:30 y finalmente fue a las 11:20 cuando hizo su aparición, lo que provocó que muchos asistentes exigieran el rembolso de sus entradas. Pero esto no quedaría aquí, ya que al parecer la cantante lejos de pedir disculpas afirmó que ella “casi nunca llega tarde” y que el problema es de la gente que llega temprano.
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Su paso por Brisbane no terminó allí, ya que en la segunda de sus actuaciones Madonna invitó a una de sus fans a subir al escenario. Una joven que llevaba un corsé al más puro estilo Madonna y del que la artista le tiró dejando uno de sus pechos al aire. Mientras la policía de Queensland advertía de que nadie había denunciado a Madonna por este hecho, la edición australiana de Daily Mail localizó a la chica. Se trataba de Josephine Georgiou, de 17 años, y ni ella, ni su familia se han mostrado ofendidas por lo sucedido. “La joven aspirante a actriz dice que a pesar de la legislación australiana considera un crimen tocar indecentemente a alguien sin su consentimiento, ella nunca demandaría a la estrella del pop”, cuentan en el citado medio.
Este fin de semana Madonna pondrá el broche a siete meses de gira con dos conciertos en Sídney. Un tour que podría haber resultado el más complicado de su carrera, pues fue en plena gira europea cuando su hijo Rocco tomó la determinación de no regresar a Estados Unidos con su madre tras las vacaciones de Navidad e instalarse en Londres, en la casa de su padre. Está previsto que la expareja se reúna en el tribunal en verano, probablemente el 1 de junio, para determinar con quién vivirá el joven.