El conflicto que enfrentó a Arantxa Sánchez Vicario y su familia durante años

Tras conocerse algunos pasajes del libro de memorias de la extenista, salió a la luz el conflicto familiar que la enfrentaba a los suyos

Por hola.com

Hace algunos días la visita de Arantxa Sánchez Vicario a su padre en la clínica fue una muestra del acercamiento entre la extenista y los suyos tras el enfrentamiento judicial que mantuvieron en los últimos años. Por desgracia sería esta la última vez que Arantxa vería a su padre Emilio Sánchez, dado que este ha fallecido esta pasada noche en Barcelona. Tras verle, Arantxa también estuvo con su madre a la que saludó con un beso, tal y como contó la propia Marisa poco después.

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El conflicto se conoció en el año 2012 cuando salieron a la luz algunos pasajes del libro Arantxa, ¡vamos! Memorias de una lucha, una vida y una mujer, en el que la extenista contaba su vida y que no dejaba en buen lugar a su familia. Afirmaba por un lado que no se trataba con nadie de su familia y por otro que estaba arruinada. Tras diecisiete años en las pistas, Arantxa escribió que se retiró “para conquistar su libertad”, ya que sus padres tuvieron potestad sobre ella durante toda su carrera. “Mi madre decidía sobre mi pelo, mi ropa... Cuando me compraba algo por mi cuenta, rara vez le gustaba. Mi madre, mi sombra fiel en todos los torneos hasta que cumplí veinte años -aseguraba en otras páginas-, es una mujer de carácter fuerte y para ella la disciplina y la victoria pasaban por delante de cualquier otra consideración, cuando tal vez lo que yo hubiera precisado eran unas palabras de cariño”.

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De su padre, Emilio Sánchez, señalaba que este se encargó de administrar y gestionar sus intereses. “¡Mensualmente me otorgaba una cantidad de la que yo le daba cuenta puntual!”, afirmaba. Tras la retirada, llegó la sorpresa: según estimó Arantxa, en los diecisiete años de carrera ganó 45 millones de euros. Los problemas con Hacienda estaban entonces en manos de sus abogados, ya que las liquidaciones tributarias de los años 1989, 1990, 1991, 1992 y 1993 no fueron pagadas por constar su residencia fiscal en Andorra. En otra parte del libro, Arantxa afirmaba: “Nunca dudé de que mis padres, y más concretamente mi padre, hiciera lo que consideraba mejor para mí y que gestionara mi patrimonio de la forma más eficaz. Esas eran, de alguna manera, sus funciones: administrar y gestionar mis intereses, si bien él extendía tal potestad al ámbito deportivo, lo que a veces le creó algún conflicto con mis entrenadores” Y decía: “Nunca dudé de la forma en que mi padre gestionaba mi dinero. Hoy me encuentro sin recursos”.

Consideraba Arantxa que su boda con Josep Santacana sentó mal a su familia: “Ellos consideraban que yo era incapaz de enamorar a nadie”. Uno de los momentos más duros del libro se produce cuando dice: “El comportamiento de mis padres me hizo sufrir mucho. En los últimos meses he vivido situaciones tan duras que todavía hay momentos en que pienso que es una pesadilla. Lo cierto es que la relación con mi familia es inexistente. ¿Cómo es posible que todo lo conseguido haya desaparecido, no exista?”.

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Tras conocerse estos pasajes, el marido de Arantxa, Josep Santacana, afirmaba: “Hace muchos años que no se habla con sus padres y que tampoco lo hace con sus hermanos, y ni siquiera conocen a nuestro hijo Leo”. Por otra parte, añadía: “Es todo verdad. Es una cosa muy dura, pero Arantxa tiene las facturas y todas las pruebas para demostrar cada palabra de lo que cuenta… Cuando habla es porque es cierto al cien por cien… Pero todo esto es algo de lo que tiene que hablar ella personalmente”. La madre de Arantxa, Marisa Vicario en un comunicado (también en 2012), definió entonces los extractos de libro de memorias de su hija como “una de las peores noticias que unos padres pueden recibir”. “Con enorme sorpresa y gran dolor constaté que nuestra hija Arantxa había dado un paso más en su voluntad de herirnos y humillarnos” afirmaba. Marisa contaba, asimismo, que su marido estaba “delicado del corazón”, se le había diagnosticado hace dos años un cáncer de intestino y, hace año y medio, el mal de Alzheimer, y añadía: “En todo este tiempo no hemos recibido una sola visita de nuestra hija Arantxa. Ni un mínimo atisbo de preocupación, ni un ¿cómo estáis?”.

En otra parte del comunicado, Marisa decía: “Nosotros vivimos veinte años por y para ella. Lo dejamos todo de lado e hipotecamos nuestra vida y nuestro matrimonio. Yo la acompañé personalmente desde muy pequeña a todos los torneos, abandonando, de hecho, a mi marido y a mis otros hijos. Luego, mi esposo dejó su trabajo para acompañarla y ayudarla… Intentamos hacerlo lo mejor que pudimos. Está claro que fracasamos con ella. A la que más dimos resulta que, cumplidos los cuarenta, se da cuenta de que todo en su vida es por culpa nuestra. Nos acusa de dejarla en la ruina, de quitarle todo, con un rencor y un resentimiento dignos del peor de los enemigos”. La madre de la tenista decía: “Nunca nosotros nos hemos aprovechado de Arantxa y, por supuesto, no está arruinada”.

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En el mes de noviembre de 2012, la extenista presentó una querella contra su padre, Emilio Sánchez, su hermano Javier, el abogado Bonaventura Castellanos y el economista Francisco de Paula por haberse apropiado de más de 16 millones de euros de su fortuna. En su querella, Arantxa explicaba que ejerció de tenista profesional desde que tenía 14 años y hasta los JJOO de Atenas de 2004, y durante todo este periodo su padre y el abogado Castellanos asumieron todas las decisiones relativas a la administración de las empresas que ellos mismos iban constituyendo y dirigiendo con los poderes notariales otorgados por ella. El juicio llegó a aplazarse hasta en dos ocasiones y los padres de la extenista, en otro comunicado enviado a EFE (en 2013), manifestaban su deseo de arreglar el conflicto familiar con Arantxa y le pedía perdón por sus posibles errores. En el verano de 2015, la que fue campeona de Roland Garros llegó a un acuerdo con sus progenitores y desactivó las causas judiciales contra ellos.