¿Cuál es el motivo de la sonrisa de Chris Martin?
El cantante nos cuenta cómo ha recuperado la felicidad y habla además por primera vez de su separación
“Nunca te rindas” es el mejor consejo que le dio su padre a Chris Martin y una frase que el líder de Coldplay se repite a menudo a sí mismo, como cuenta el periodista Niall Doherty, que ha pasado seis meses con la banda, en los que ha sido testigo del nacimiento de su nuevo álbum y del cambio que ha experimentado Chris. En los últimos años ha tenido motivos para mantenerse firme. Cuando Coldplay estaba en plena gira mundial para promocionar su álbum de 2011 Mylo Xyloto, lo que debería haber sido un momento cumbre para el cantante se convirtió en un periodo de dudas y confusión. Se había separado de Gwyneth Paltrow, con la que había estado casado 12 años, y acabó sumido en una nebulosa contemplativa. Estaba cansado de huir de sus problemas. Había llegado la hora de plantarles cara.
Norte de Londres, junio de 2015. Aunque fuera hace un bonito día de verano, tres miembros de Coldplay andan repartidos por los Estudios Air. Están a punto de llegar a la meta con su séptimo álbum, titulado A Head Full Of Dreams, y hay excitación en el aire. Ha sido un largo periodo de grabaciones para el cuarteto. Ghost stories, su sexto álbum, se publicó en mayo de 2014; luego dieron unos cuantos conciertos, y un mes más tarde volvían al estudio para meterse de lleno con el siguiente. La apuesta por no hacer gira fue deliberada. Ghost Stories salió dos meses después de que Chris y Gwyneth hiciesen pública una declaración anunciando su “separación consciente”, y las canciones reflejaban el estado de ánimo propio de una ruptura. “A veces nos sentíamos muy protectores con Chris”, cuenta Buckland sentado en una habitación contigua al estudio. “Puso mucho de sí mismo en esas canciones”, añade Champion. “No envidio su posición de líder”.
Ghost Stories fue una experiencia catártica para Chris Martin. “El tema del álbum es encontrar la luz al final del túnel, ver a través de algo y no huir de ello”, dice en el soleado exterior del estudio. Se le ve animado. Cuando sonríe, su sonrisa es amplia. Tratándose de un grupo que, a lo largo de dos años, ha estado la mayor parte del tiempo metido en el estudio, todo resulta sorprendentemente sereno y positivo. Quizá el constante cambio de escenario contribuya a que las cosas se mantengan frescas. Actualmente, el cantante vive en Los Ángeles para estar cerca de sus hijos Apple, de 11 años, y Moses, de nueve, mientras que el resto de la banda está afincada en Reino Unido. Cuando graba, reparte el tiempo entre ambos lugares en periodos de dos semanas.
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Chris Martin ve el nuevo álbum como un capítulo conclusivo para la banda. Su idea es que el espectro cromático tiene siete colores, y que este es su séptimo álbum que cierra su primer espectro. Cuenta que algunos de los grupos favoritos de Coldplay cristalizaron sus ideas en ese punto, ya sea U2 con Achtung Baby o R.E.M. con Out Of Time. Cree que están a punto de culminar su gran obra. “Piensa en el viaje que ha hecho Messi desde que jugaba en el patio hasta llegar a calzarse las botas antes de la final de la Liga de Campeones. Pues ahí es donde estamos nosotros”, afirma, y vuelve al estudio. Tiene una grabación que terminar.
Nueva York, septiembre de 2015. Chris Martin está atrapado en el tráfico de Manhattan. En el asiento trasero de un coche mira Just A Little Bit Of Your Heat, de Ariana Grande. Dentro de una hora tocará la canción en el festival Global Citizen, del que es su director creativo, ante 60.000 admiradores acompañado por Ariana en las voces. Cuando llega desaparece dentro del camerino del grupo, donde dispone de 40 minutos para ensayar la canción con Ariana Grande. Mientras se prepara, sus compañeros de grupo andan dispersos por ahí. Champion se sienta fuera del camerino observando el jaleo que se monta cuando se abren las puertas. Berryman siente el nerviosismo de la banda ante su inminente primer gran concierto. Los días como este son lo opuesto a la vida cotidiana del bajista, que hace unos años dejó Londres. Ahora vive en Gloucestershire y dedica su tiempo libre a restaurar coches antiguos.
Una tarde en el camerino de Coldplay es como echar una ojeada al otro lado del telón del universo de personalidades en el que habitan. Martin se prepara para salir a cantar a dúo con Ed Sheeran, y cuando él sale, entra Leonardo DiCaprio, que se le acerca para chocar los puños con Gallagher. Le sigue el mago David Blaine. Gwyneth Paltrow llega con los niños. Martin vuelve y presenta a la mujer de Gallagher a su hijo Moses...
A continuación, Chris reúne a un batallón de niños para ir a ver a Beyoncé. “Tenemos que conseguir protectores para los oídos”, indica sin dirigirse a nadie en particular, y se los lleva a todos al foso que hay delante del escenario. No para; es un balón de energía infatigable. Una hora después, de vuelta al camerino, se acerca diciendo: “Siento que haya sido un día tan ajetreado. Espero que os hayáis divertido”. Alguien le da un toque y le señala la próxima parada en su agenda. “Vale, me voy a ver al primer ministro de Noruega”, explica. “Cosas de las superestrellas del rock melódico...”.
Mediados de octubre. Norte de Londres. Coldplay han terminado su álbum, el más alegre hasta ahora. En el disco abundan los invitados, desde Noel Gallagher a Beyoncé, pasando por los hijos de los miembros del grupo y sus madres. En The Bakery, el cuartel general de Coldplay, Chris está radiante. “Me siento muy afortunado. Estoy en un grupo que me gusta un montón”, declara. “Nunca había podido decir algo así”. Actualmente, en Coldplay reina la felicidad. En la sesión fotográfica del día anterior estaban tan excitados y risueños como cuatro viejos amigos a punto de irse juntos de acampada. Hoy, Martin nos ha pedido que le acompañemos a caminar por Londres. “Poneos calzado cómodo”, dice. Le encantan las caminatas; camina incluso cuando está en Los Ángeles: “Debe de haber unas tres personas que lo hacen, y una soy yo”. Va y viene tan a menudo entre Londres y Los Ángeles que no tienen la sensación de haberse marchado de Gran Bretaña. “Allí donde estén tus hijos, estás bien”, sentencia. “Si su madre hubiese dicho que se iban a Abu Dabi, yo estaría en Abu Dabi”.
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Chris Martin y Gwyneth Paltrow ya se habían separado dos años antes de anunciarlo oficialmente, pero parecía que el músico se estaba poniendo innecesariamente en el centro de atención al presentar Ghost Stories poco después. “Me da lo mismo”, asegura. “Al final todo consiste en sentirte cómodo estando en primera línea de combate”. La separación fue el catalizador que le hizo preguntarse qué tenía que cambiar en su vida. “Cualquier ruptura es triste, sobre todo cuando hay niños por medio. Pero si uno tiene la suerte de tener a buenas personas a su alrededor, puede convertirla en una bendición en vez de en una guerra”.
En este disco hay otra canción llamada Everglow, una balada en la que es evidente la influencia por la separación... y posiblemente la primera canción de la historia sobre una ruptura en la que la expareja participa en los coros. En ella, Gwyneth Paltrow canta dos versos. “Everglow surgió de la idea de que, cuando te pasa algo que te desquicia, es raro que el mundo siga girando”, explica Chris. “Me gusta la idea de que, en la mayoría de los casos, al final hay algo bueno que sacar”. Tomó esa idea de Gwyneth, y ella canta las frases que le dijo originalmente: “¿Cómo es que las cosas se siguen moviendo? ¿Cómo es que los coches no se paran?”. “Se le ocurrieron a ella, así que le dije si había alguna posibilidad de que las cantase, ya que habían sido idea suya. Como cualquier ser humano, respondió que no podía hacerlo, que no era una profesional”.
En medio de nuestro camino, un paseante deja escapar un grito nervioso. Un admirador madrileño estrecha la mano a Chris Martin. Posa para una foto y seguimos andando. Chris encuentra normal ser famoso, y nunca le ha molestado. Lo más frecuente es que le digan que se parece a Chris Martin. Cuando, recientemente, tarareaba para sí en un ascensor, una mujer le preguntó si lo que tarareaba era una canción de Coldplay: “Es que te pareces un poco al cantante. Seguro que si lo hicieses en un restaurante te darían una mesa como la que le habrían dado a él”. “A lo mejor lo intento”, respondió.
Seguimos adelante, pasamos junto al estanque de los patos, y Martin llama por teléfono a Moses y Apple para saludarles mientras van de camino al colegio. Nos cuenta que el único momento en que Coldplay peligró de verdad fue cuando despidieron temporalmente a Champion en 1999. “Podría haber sido el fin, porque habríamos echado a perder la química. En un grupo en el que no hay virtuosos, la química es lo único que tienes”, recuerda. Llegamos a nuestro destino, un estudio donde se va a reunir con Ricky Gervais para hablar de un próximo proyecto. Insiste en que entremos a saludar. Martin hace las presentaciones y Gervais ya se está marchando entre carcajadas. La pareja se va a poner a trabajar, y dejamos que lo hagan.
Al cabo de unos días, Martin asiste a los Premios Q para entregar el galardón al mejor álbum a Noel Gallagher. No quiere instalarse en la mesa que le han asignado, así que se sienta en el suelo al fondo de la sala para poder ver. Una vez cumplidas sus obligaciones, decide no quedarse. A la mañana siguiente vuelve a Los Ángeles y todavía tiene que preparar un montón de cosas. “El coche está por allí”, le indican. “¿Sabes qué? Me parece que me voy andando”, le responde él. Y vuelve a pasear haciendo recuento de todo lo bueno. Si ven a alguien parecido a Chris Martin recorriendo las calles a buen paso, díganle: “Nunca te rindas”.
Texto: Niall Doherty
Fotografías: Alex Lake