Con una carrera de éxito a sus espaldas y la satisfacción de ver crecer a sus hijos sanos y felices. Alejandro Sanz echó la vista atrás para hacer un balance de lo ha sido su vida y de cómo pasó de ser un chico normal y corriente, de barrio, a ser una estrella de la música. Comenzó en este mundillo por casualidad, tal y como le contó a Pepa Bueno en el programa Viajando con Chester. “Mi madre me iba a apuntar a una escuela de kárate pero estaba cerrada y entonces me apuntó a la de guitarra que estaba al lado. Esas casualidades que cambian la vida y ahí empiezo” aclaró Alejandro. Tenía entonces siete años.
Cuenta que al principio no tuvo fácil convencer a su madre de que quería dedicarse a su pasión. “Quise convencer a mi madre de que quería ser músico, pero ella quería que hiciera unas oposiciones para un banco. Ella decía ‘no hijo, si eso de los músicos es uno entre un millón’ y yo le decía ‘pero mamá yo soy ese’. Mi madre decía que era una utopía todo eso”. Sin embargo, su carrera fue subiendo como la espuma y se convirtió en lo que es hoy en día, un artista de fama internacional.
Alejandro recuerda algunas anécdotas con su madre, que reflejan la ilusión que le hacía el que su hijo fuera famoso. “Recuerdo el día que me dieron la medalla de oro de bellas artes, ella me acompañó estaba orgullosísima, ‘qué importante eres’. Sabía que le hacía ilusión y le dije venga que te voy a presentar al rey. Le digo ‘Majestad le quiero presentar a mi madre’, y dice ella ‘sí en mi casa le queremos muchísimo’. No tenía dobleces, era natural”.
Una de las peores cosas que le han pasado es haber perdido a sus padres, tal y como dijo (primero falleció su padre de una enfermedad y luego su madre, en 2012). “Lo de mi madre quizás fue más duro porque no me lo esperaba, fue de repente” señaló. Habló además de que en el año 2007 tuvo un bache anímico que le llevó a tratarse con un psicólogo. “Esta profesión a veces te exige mucho y uno necesita desconectar. Estuve con un psicólogo tratándome y necesité mi tiempo, tuve que cortar una gira, parar un tiempo. No soy dado a la depresión, pero en aquella ocasión sentí que necesitaba parar, era físico casi”.
Su familia, su mujer Raquel Perera, y sus hijos son lo más importante para él y se nota el orgullo que siente cuando habla de ellos. “Raquel es una mujer divina, muy especial, me ha enseñado muchísimo y espero que me siga enseñando durante mucho tiempo”. Sus cuatro hijos, a pesar de que dos de ellos no viven con él en España, se reúnen siempre que pueden. “Muy a menudo, cada vez que hay una ocasión. Se quieren muchísimo, se adoran, y yo estoy muy contento, doy gracias a Dios por mis cuatro hijos y no me arrepiento de nada. Tú les das la vida a ellos, pero la vida que te dan ellos a ti no es comparable. Cada uno con su personalidad y sus cosas…”.
Manuela, que nació de su relación con Jaydy Mitchel, vive en Verona, en Italia, y Alexander, nacido de su relación con Valeria Rivera, en Miami. “Me gusta estar en los problemas de ellos, en las cosas de ellos, cuando las edades se van poniendo difíciles, quieren rascar para ver donde les empieza a doler”. Con él viven los pequeños Dylan y Alma, de su matrimonio con Raquel Perera. ¿Qué tipo de vida quiere para ellos? “Quiero que lleven una vida normal, vayan al colegio, que tengan gran educación y darles las herramientas para que el día de mañana sean buenas personas y sean felices”.