Tras la marcha de su hermano Cayetano del palacio de Liria, en los últimos días han surgido algunas informaciones que apuntaban a que también Eugenia Martínez de Irujo estaba a punto de cambiar su residencia. Según estas informaciones, habría sido su hermano Carlos Fitz-James Stuart, duque de Huéscar y futuro duque de Alba, el que había tomado la decisión de pedirle que abandonara el piso en el que ahora reside, que está en uno de los edificios que están junto al palacio de Liria, porque su intención era alquilarlo.
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Sin embargo, en declaraciones exclusivas en las páginas de la revista ¡HOLA! de esta semana, Eugenia asegura que esto no es cierto. “Mi hermano no me ha echado de casa. Al revés, me ha cuidado muchísimo. A mi hija y a mí” apunta la duquesa de Montoro, quien, desde que falleciera su madre, ha permanecido apartada de la vida pública. Sólo acudió el pasado mes de febrero a un evento solidario en la feria de arte Arco de Madrid, una aparición discreta en la que no quiso hacer comentarios acerca de la situación familiar.
Fernando Martínez de Irujo: 'Entre los hermanos no tiene por qué haber ningún problema'
La discreta reaparición de Eugenia Martínez de Irujo
El propio Carlos también ha desmentido que haya echado a sus hermanos del palacio de Liria, así como que vaya a prescindir de ellos en la gestión del patrimonio de la Casa de Alba. Afirma, por otro lado, que si se han ido es porque era algo previsto y añade que se están diciendo muchas cosas que no son ciertas porque los hermanos "están de acuerdo en todo".
En los últimos meses han surgido diversos comentarios sobre la relación de los hijos de la duquesa de Alba, entre los que se dice han surgido diferencias por la gestión de los negocios familiares. Estos siguen tan discretos como de costumbre y han reiterado una y otra vez que no hay problemas entre ellos. “Entre los hermanos no tiene por qué haber ningún problema”, aclaró hace un mes Fernando Martínez de Irujo.
Estos días el recuerdo de doña Cayetana estará más vivo que nunca entre sus hijos, ya que la Semana Santa era una de las citas ineludibles a la que no faltaba.