El pasado 9 de marzo, la supermodelo Christy Turlington se subió al escenario de Apple -donde se presentan sus novedades en un evento seguido por techies de todo el mundo-, para lanzar el primer reloj desarrollado por la casa: el Apple Watch (que no iWatch, como se había bautizado a este wearable cuando aún era sólo un rumor), será el primer reloj inteligente de Apple, y también el primer lanzamiento de un nuevo producto en varios años, tras la irrupción en el mercado de las nuevas tecnologías de algunos de sus bestseller, como el iPod, el iPad o el iPhone.
El smartwatch de Apple no es el primer reloj inteligente que existe, aunque sí uno de los más esperados: desde los relojes calculadora de los años 80, hasta los relojes que sirven para contar calorías o medir el pulso mientras entrenamos, los superrelojes multifunción del futuro prometen revolucionar lo que antes se trataba como un accesorio convencional para medir el paso del tiempo, y transformarlo en una pieza más de nuestro día, con la que registrar lo que hacemos, dónde vamos e incluso con quién.
De hecho, y a raíz del lanzamiento de Apple, algunos intocables de relojería suiza parecen haberse puesto manos a la obra con el diseño de relojes clásicos que también se sumen al fervor digital, especialmente si se cumplen las predicciones en torno al Apple Watch que apuntan a que podrían venderse más de 24 millones de modelos después de que el reloj se ponga a la venta en abril. Algunos ejemplos: el Withings Activité, un reloj con elegante esfera redonda y correa de piel, de diseño francés y corazón suizo, y que registra desde nuestros movimientos durante el día, a las horas de sueño durante la noche. También el Timewalker Urban Speed, de Montblanc, con una correa intercambiable con conexión a nuestro smartphone, y que permite la vista previa de nuestro correo electrónico y de las llamadas entrantes, hasta la medición de la actividad física. O el revolucionario Horological Smartwatch, de la marca relojera suiza Frédérique Constant, presentado este mismo año, con diseño convencional y sensores integrados que monitorean desde la actividad física a las horas de sueño.
El precio del reloj de Apple oscilará entre los 350 euros el modelo más sencillo en aluminio, y los diez mil en los relojes con acabados de oro de 18 quilates, además de otros modelos intermedios en acero. Algo que también parece competir con los relojes de alta gama, y no tanto con los wearables de otras firmas. Sus novedades: la tecnología Apple Pay, que permite pagar en tiendas o incluso hacer las veces de llave en los hoteles que tengan convenio con la firma. La pantalla sensible al tacto dará más opciones a la hora de navegar entre pantallas que otros relojes con esfera única. El reloj contará también con apps personalizadas, desarrolladas por otras empresas como Twitter, Facebook o Shazam, y que se adaptarán exclusivamente al reloj de Apple. Y por último la capacidad para conectarse con otros usuarios portadores de un Apple Watch.