En el entorno digital, las apps diseñadas para encontrar pareja a través de Internet han ido ganando adeptos con los años: incluso en el entorno 2.0, los seres humanos siguen creyendo en el amor. Algo muy parecido a la reacción desatada después de que el diario 'The New York Times' publicase, a través de su sección Modern Love (destinada a las historias de amor de los lectores), un artículo que rescataba 36 preguntas científicas, diseñadas específicamente para enamorarse.
El artículo, publicado a principios de enero de 2015, no ha parado de dar vueltas, quizás por lo curioso de su planteamiento: basándose en un cuestionario diseñado en los años 90 por el psicólogo Arthur Aron, una de las lectoras del diario relataba haber puesto en marcha el mismo experimento junto a un conocido de su Universidad. El resultado: tras varias horas intercambiando respuestas, había surgido el amor, y no sólo eso, también se había creado una sorprendente intimidad entre ambos, que se prolongaría hasta varias semanas después. Un resultado prometedor para los románticos empedernidos, pero... ¿en qué consisten exactamente estas preguntas?
En el experimento original, el estudio juntó a parejas de desconocidos, con la misión de preguntarse aleatoriamente las 36 cuestiones del test, diseñadas para generar intimidad de manera progresiva entre ambas personas. De ahí que las preguntas vayan siendo cada vez más íntimas, empezando por algo tan sencillo como a quién invitaríamos a cenar de poder elegir entre todas las personas del mundo, confesar la última vez que lloramos delante de alguien, o compartir un problema personal, y pedir ayuda al otro para solucionarlo. Las mariposas en el estómago, eso sí, vendrían después, sobre todo si se pone en práctica la versión anterior del experimento (aún más romántica), que propone terminar con varios minutos de silencio, con la pareja mirándose mutuamente a los ojos. Una idea derivada de una investigación paralela, que afirma que las parejas enamoradas pasan más tiempo mirándose a los ojos.
De todas las personas presentes en el estudio, dos de ellas acabaron casándose seis meses más tarde. La eficacia de las 36 preguntas para enamorarse no es por tanto exacta, ni tampoco está garantizada, aunque su finalidad original nunca fue esa: el experimento en sí intentaba demostrar la posibilidad de crear una conexión entre dos personas que no se conocen de nada, a través de un simple cuestionario. Y aunque no se trate de un ratio muy elevado, sí ha sido suficiente para que el test haya vuelto a ponerse de moda (dos voluntarios del diario británico 'The Guardian' se sometían al cuestionario, sin enamorarse, y lo mismo sucedía en el programa de televisión 'El Hormiguero', en España), casi dos décadas después de que esta 'ciencia del amor' viese la luz por primera vez.