Enrique Ponce y Paloma Cuevas ya están en casa junto a la pequeña Paloma. La feliz pareja abandonaba en torno a las 18:00 horas el madrileño Hospital Nuestra Señora del Rosario, donde madre e hija han permanecido ingresadas desde que la niña naciera el pasado domingo. El orgulloso papá custodiaba a Paloma Cuevas, que llevaba a la pequeña en brazos.
El matrimonio no podía disimular la felicidad y emoción del momento y no dejaron de sonreir ni un instante. La recién estrenada mamá aseguró: "Me encuentro muy bien, fenomenal y muy recuperada. Y mi niña es el mejor regalo para el día de la Madre". Ponce tampoco dejó pasar la ocasión para decir de su hija: "Ella es la mejor faena de mi vida. Además, no llora nada. Es buenísima. Come muy bien, incluso hay que saciarla con el biberón".
La princesa de la casa
La llegada al mundo de Paloma Ponce Cuevas ha llenado de felicidad a sus papás, que no dejan de mirarla y ya emiten sus primeras opiniones acerca del físico del bebé. El torero afirma: "La nariz es igual que la de su madre", mientras que su mujer añade: "En la expresión de los ojos se parece al padre".
Ha sido ésta una semana llena de momentos imborrables para el matrimonio. El diestro confesó que se emocionó, sobre todo, cuando le pusieron a la niña en sus brazos en el paritorio y que le ha regalado a su esposa un zafiro rosa con ocasión del nacimiento de su primera hija. Enrique se ha adaptado muy rápido a su nueva faceta como padre, y Paloma Cuevas lo corrobora: "Es un padrazo. Cambia los pañales a la niña y se porta muy bien, dándole incluso el biberón". En cuanto al bautizo, los padres han anunciado que será cuando el diestro acabe la temporada taurina y los padrinos serán unos amigos suyos.