GEORGE W. BUSH CERRÓ SU GRAN NOCHE CON UNA FIESTA AL MÁS PURO ESTILO TEXANO

El nuevo Presidente bailó con su mujer a pesar de haber confesado ser un terrible bailarín

22 ENERO 2001
El nuevo Presidente de Estados Unidos, en un alarde de valentía, se decidió a bailar con su mujer en la fiesta nocturna, que cerraba tres días de festejos y celebraciones. El clan Bush organizó una fiesta al más puro estilo tejano como un broche a un día pasado por agua y no exento de percances.

El tiempo deslució uno de los instantes más emocionantes en la vida de un presidente, la ceremonia de investidura. A la mala climatología se unieron las voces de más de 20.000 manifestantes, que irrumpieron en Pennsylvania Avenue, a la voz de “Alto al ladrón”. Partidarios de Al Gore, ecologistas, feministas, defensores de los derechos civiles… unieron sus fuerzas para deslucir la fiesta de George W. Bush. Al otro lado, los acérrimos seguidores de Bush manifestaban su apoyo e interrumpieron a su nuevo Presidente catorce veces con vítores y aplausos durante su discurso de investidura.

El baile, la asignatura pendiente del presidente
Concluida la ceremonia en el Capitolio, George Walter Bush se dirigió a la Casa Blanca en la limusina presidencial. La familia Bush al completo le esperaba en la mansión presidencial para celebrar una gran fiesta texana. La celebración comenzó con un romántico baile protagonizado por la primera dama de Estados Unidos, Laura Welch, y su marido.

Sin embargo, el baile es otro de los handicaps del Presidente. Dice que los esmóquines no se han hecho para bailar, que las botas vaqueras aprietan mucho y que las alfombras de los salones no permiten girar bien. El sábado por la noche, el Presidente demostró que no miente. Durante el baile, puso a una de sus hijas, Jenna, de 19 años, al borde del ridículo, cuando en un alarde de valentía se decidió a bailar con ella y le rompió el vestido por la pechera. Una anécdota que sin duda pasará a la Historia.