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Una de las cosas que primero llama la atención son sus numerosos canales y sus estrechas fachadas que al reflejarse en el agua, crean una segunda ciudad evanescente. Detrás de la imponente fachada del número 497 del gran canal Herengracht se esconde un museo muy poco habitual: el Gabinete de los Gatos, que fue creado en homenaje a J.P. Morgan el gato que durante toda su vida fue el compañero testarudo de Bob Meijer, el fundador del museo. En él se ofrece una imagen completa del papel que ha tenido el gato en el arte y la cultura a través de los siglos y de los artistas que lo han tenido como protagonista de sus obras, entre otros, Picasso (www.kattenkabinet.nl).
No muy lejos, en el canal vecino, Prinsengracht, y entre los muchos y preciosos barcos históricos amarrados a sus orillas, se encuentra Hendrika María, un buque de carga del año 1914 que se convirtió en los años sesenta en un barco vivienda. Durante más de veinte años el barco ha estado habitado, hasta que en 1997 se transformó en el único museo de barco vivienda en el mundo. Se puede visitar y relajarse en uno de los sillones confortables mientras se disfruta de un capuchino. El interior pertenece a la época a la que el Hendrika Maria aún era un buque de carga y los marineros vivían aquí con sus familias. En este barco de 23 metros de largo hay, además de un gran cuarto de estar, una habitación, una cocina y una ducha de la que aún sale agua caliente (www.houseboatmuseum.nl).
Los áticos y buhardillas de Ámsterdam y las empinadas escaleras que hay que subir hasta llegar a ellas siempre han dado mucho juego. Ahí está el refugio secreto en el que la joven Anna Frank pasó buena parte de la Segunda Guerra Mundial, pero mucho antes de eso ya hubo quien inventó otros usos a esos lugares recónditos. El edificio de Oudezijds Voorburgwal 40 parece uno más, con su espléndida fachada del siglo XVII, sin embargo tras esa apariencia se encuentra una iglesia escondida, un refugio católico en la reformada Ámsterdam de 1661, cuando estaban prohibidos los servicios católicos, que logró burlar la prohibición y que siguió funcionando como 'iglesia en el ático' con capacidad para 150 personas hasta finales del siglo XIX (www.opsolder.nl).
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