Entre los más de 150 kilómetros que abarca el litoral de la afamada Costa del Sol se suceden playas despampanantes y localidades de renombre internacional por todos conocidas, pero también encontramos pequeños pueblos sin tanto relumbre, esos que saben a pura Andalucía, a esa simbiosis que augura un lugar feliz porque ha sabido mezclar lo local y lo internacional con esa naturalidad del sur. Mijas es así, un pueblo bonito a rabiar con sus calles empinadas que trepan sobre la sierra, tan de sus gentes y tradiciones, como de esos cientos de extranjeros que han hecho de este bello rincón, su hogar. También hay un Mijas playa, más turístico y festivalero, que en el verano atrae todas las miradas. Y entre medias de los dos, un buen puñado de campos de golf, hay más de 70 en toda la Costa del Sol y nada menos que 15 están en Mijas.
Este rincón de sur invita a una escapada fuera de temporada, es el mejor momento para descubrirlo, cuando luce más auténtico, menos saturado, más real. Y para alojarnos elegimos un resort que nos propone un lujo relajado como es La Zambra, porque lo que nos apetece es vivir el lujo y la exclusividad de esta costa pero sin etiquetas estrictas, sintiéndonos libres y felices, como ese palo flamenco del que procede su nombre, un baile típico de las bodas gitanas que se bailaba con los pies descalzos. Así es esta escapada que te proponemos a media hora de Málaga, un lugar para sentirte feliz.
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HOTEL, DULCE HOTEL
Lo primero nada más llegar a la Costa del Sol es hacerlo al que será nuestro refugio durante unos días. La Zambra (lazambrahotel.com) ha supuesto el renacer de un espacio icónico, el antiguo hotel Byblos inaugurado en los años 80 y que se convirtió en el alojamiento favorito de la jet set, la realeza y la cultura del momento. Aquí se alojó la princesa Diana de Gales en los 90 en busca de relax y privacidad o grandes estrellas como los Rolling Stones y Julio Iglesias. También estuvo alojado un tiempo Joaquín Sabina mientras daba forma a su quinto disco, ‘hotel, dulce hotel’, porque por aquí las musas van sobradas de inspiración.
La Zambra pone en valor su pasado conservando aquellas historias entre sus míticos muros blancos que te dirigen la vista hacia el cielo mijeño nada más entrar, pero también mira al futuro con una remodelación, liderada por el estudio de arquitectura mallorquín Esteva i Esteva, que lo ha convertido en el único cinco estrellas gran lujo de Mijas, bajo el prestigioso sello 'The Unbound Collection by Hyatt'.
Un resort con alma de hotel boutique
‘Lo que queremos es que nuestros huéspedes vengan y se sientan que están en Andalucía’, nos dicen nada más llegar. Algo que consiguen a través de espacios cálidos en terracota y materiales naturales, de la luminosidad y las zonas sombreadas, de los preciosos patios andaluces con altísimos cipreses -como el patio Zarzuela-, del rumor el agua de sus fuentes que actúa como elemento conector, del aroma de los jardines moriscos, celosías de piedra, cerámica pintada y mosaicos, alfombras y tejidos… todo es un homenaje contemporáneo al estilo andaluz. Pero también lo consiguen a través de su personal, por eso hablamos de resort, porque lo es -tiene 197 habitaciones con distintas categorías y una espectacular penthouse- pero con alma de hotel boutique, porque se siente su trato cercano, el servicio y la calidez de los pequeños hoteles con alma.
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Si hablamos de las instalaciones se encuentra junto a dos de los mejores campos de golf de la zona, Los Olivos y Los Lagos, campos especialmente valorados porque son grandes pero fáciles de caminar, sin curvas pronunciadas y con hoyos con vistas al mar. Para los entendidos, son campos de 18 hoyos que fueron diseñados por uno de los diseñadores de campos de golf más conocidos del mundo, Robert Trent Jones Sr.
Para el momento hedonista el hotel cuenta con 3 piscinas exteriores (una solo para adultos) y un spa de 2500 metros cuadrados, el más grande de la Costa del Sol. Puedes empezar la mañana con unas clases de yoga o pilates y después relajándote en la zona de aguas, los baños turcos, el hamman… Y más hedonismo: imposible no caer en la tentación de alguno de sus tratamientos a través de los cinco caminos que ofrecen: relajación, revitalización, curación, reconexión o belleza. Solo hay que elegir uno y antes de entrar en modo ‘muero de relax’ decidirse por métodos basados en técnicas milenarias, técnicas de cosmética avanzada o rituales holísticos. No hay que preocuparse de nada, porque un terapeuta te guía para tomar tu decisión.
Activamos el modo gastro
La gastronomía solo podía estar a la altura del resto, y eso ya es mucho, porque La Zambra cuenta con cuatro espacios gastronómicos, que claro, teníamos que probar. Primero está Palmito, un restaurante con una carta de estilo mediterráneo donde tomar un desayuno o comer a medio día un exquisito arroz, un pescado a la brasa y hasta hacer una cata de vinos de la zona o de aceites. Luego está La Bartola, un chiringuito andaluz junto a una de las piscinas donde tumbarte… ya sabes.
La hora del atardecer se disfruta especialmente en Bamboleo (en la imagen), el restaurante que rinde homenaje al mismísimo Julio Iglesias, quien estuvo alojado aquí durante meses y que ha sido uno de los grandes clientes del Byblos. Aquí reside el alma de lo que fue este hotel, con una decoración ochentera, estilo vintage y actuaciones musicales en directo, puedes tomar un cóctel y picar algo.
Y reserva a la hora de la cena en el más sorprendente de todos: Picador. Un restaurante que rinde homenaje a la cocina andaluza, con especialidades de la tierra, tapas para compartir y platos tradicionales reinterpretados. ¿Qué puedes tomar? La ensaladilla de picantón, unas croquetas de cecina y tuétano o un canelón de chivo con salsa de queso payoyo, son aciertos asegurados. Y como te apetecerá brindar por la escapada prepárate, porque aquí hay más de 90 referencias distintas que puedes pedir por copas.
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MIJAS O EL BLANCO CASERÍO QUE TREPA POR LA MONTAÑA
La llegada a Mijas es un continuo ascenso, porque este blanco caserío trepa por la montaña con sus calles estrechas de trazado árabe subiendo en cuesta y ofreciendo unas vistas únicas del Mediterráneo. Hoy se hace de manera cómoda, incluso si se quiere en uno de sus famosos burritos, una tradición que procede de los años 60 cuando las gentes del pueblo vivían principalmente de la agricultura y de las canteras de mármol de la zona. Los extranjeros que visitaban Mijas en aquellos años, especialmente americanos, en ocasiones se perdían y acababan descendiendo por la carretera abajo y luego había que subir. En esas se los encontraban los trabajadores de las canteras que cuando regresaban al pueblo con sus burros, los recogían y los llevaban de vuelta a la parte alta ganándose así una importante propina, muchas veces más alta que su propio sueldo. No tuvo que pasar mucho tiempo para darse cuenta de que esta nueva forma de vida era bastante más productiva que la dureza de la mina y reconvirtieron sus burros en esos curiosos burro-taxis (15 € por persona, 20 € los carros y 25€ los coches de caballos un recorrido de unos 20 minutos) que hoy nos llaman la atención nada más llegar a la localidad.
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La visita comienza en la plaza de la Virgen de la Peña, donde está la oficina de turismo y el aparcamiento principal (dentro del pueblo uno se mueve caminando). Si antes queremos coger fuerzas lo mejor será hacerlo con unas almendras garrapiñadas, otra de las tradiciones de Mijas. En la plaza seguro que, como cada día, estará Juan, el almendrero más conocido del pueblo gracias a que ha salido su foto hasta en guías japonesas. Aquí hace su famoso garrapiñado, con agua, almendras, azúcar, a reducir al fuego y cuando se están secando, su chorreón de miel. Y no solo lo hace con almendras, también cacahuetes, pipas… y todas son una delicia.
Junto a la plaza y antes de comenzar a callejear hay que visitar la ermita de la Virgen de la Peña excavada en la roca y donde se encuentra la imagen de la patrona de la localidad. Es curioso como en sus paredes se esconden pequeños papeles en los que los devotos hacen peticiones a la Virgen. Algo así como un muro de las lamentaciones a la malagueña. Y es que los mijeños le tienen mucha devoción a esta Virgen que dicen es muy milagrosa.
Una vez fuera, hay que detenerse en el Carromato de Max, el mejor museo de miniaturas del mundo. Se puede ver una cabeza reducida de los jíbaros, un burro de Mijas pintado en un grano de arroz, el Cristo de Dalí en una chincheta… una forma de conocer la colección más grande del mundo de las cosas más pequeñas.
Lourdes, una de las últimas talabarteras de Andalucía
Es encantador el paseo por el casco histórico de Mijas, entre casas de un blanco impoluto (se pinta cada 6 meses) decoradas con casi 4000 macetas. De entre todas las más conocida es la calle San Sebastián, la que todo el mundo busca por su belleza. Por el camino se encuentran calles empedradas en las que abren pequeñas tiendas que son una tentación. Artesanos que ofrecen cerámicas con diseños clásicos y otros contemporáneos, como José Angulo (anguloceramicart.com), obras de joyería o piel de la mejor calidad.
De entre todos nos llama la atención la tienda de Lourdes, la última talabartera mijeña y una de las pocas que quedan en toda Andalucía. Esta artesana se ha propuesto mantener vivo este oficio realizando a mano los aparejos de los animales, especialmente burros y caballos. Piezas que son pequeñas obras de arte artesanales, hechas de lana con tonos vistosos y adornadas con flecos y pompones. Igual que cose con esparto cabezas de toro y de caballo que expone en su tienda del centro de Mijas.
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Picasso y Dalí están en Mijas
Toda una sorpresa es la visita al Centro de Arte Contemporáneo de Mijas (cacmijas.info) inaugurado en 2013 en una casa del siglo XIX que ha sido rehabilitada. En él se encuentran dos exposiciones permanentes de gran valor que uno no espera encontrar en un pueblo de la sierra malagueña. Por un lado Picasso, con la segunda colección más importante del mundo de cerámica de este autor después de la del Museo Picasso de París. Y no es lo único, también hay litografías, grabados, ilustraciones, esculturas... Poco después de Picasso llegó su segunda gran joya. Una exposición permanente de obras de Dalí, con pinturas y esculturas.
El Centro de Arte Contemporáneo también sirve de ventana para dar a conocer la obra de artistas contemporáneos locales que no solo exponen su trabajo sino que también lo venden. Además se realizan exposiciones a los largo del año donde se traen interesantes muestras de artistas extranjeros finlandeses, grabadores japoneses, exposiciones de fotografía o muestras relacionadas con las mujeres cada 8 de marzo.
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No es el único museo de Mijas, cerca queda otra joyita, el Museo de las Tradiciones Populares. Una bella casa-museo en la que merece la pena entrar para descubrir oficios tradicionales, los usos y las costumbres de esta localidad. También para descubrir la historia de cómo vivió Manuel Cortés, el que fuera alcalde de esta localidad y conocido como el ‘topo de Mijas’, cuya historia inspiró la película La trinchera infinita, nominada en 2019 a 14 premios Goya y protagonizada por el actor malagueño Antonio de la Torre junto a Belén Cuesta, ganadora del Goya a la mejor actriz.
El paseo por la muralla
El final de la visita a Mijas hay que hacerlo en la parte más alta, dando un paseo por la antigua muralla del siglo XIV. Antes hay que detenerse en la curiosa plaza de toros, la más pequeña de España en funcionamiento, inaugurada en 1900 y con el ruedo casi cuadrado. Hoy pertenece a la familia del torero Antonio José Galán y en ella se han rodado unas cuantas películas.
El paseo se hace por unos agradables jardines que forman un itinerario botánico, donde están identificados árboles y plantas y donde encontramos más de un mirador. Asomándose, y si el día está claro, se ve África, Gibraltar, las montañas del Rif… es una panorámica única y no lo decimos nosotros. Mijas es una tierra con muchas historia y se sabe que por aquí estuvieron los fenicios en el siglo VI a. C, porque en esta misma zona se encontró un santuario con una pequeña figurita de la diosa fenicia Astarté. El dato es realmente curioso, porque los fenicios hacían navegación de cabotaje y no subían más allá de la costa. Sin embargo en Mijas lo hicieron, ascendieron hasta esta posición, a 428 metros sobre el nivel del mar, y es que ni ellos quisieron perderse estas vistas, porque no tienen igual.