Diversión sin límite de edad
Cuando se programan unas vacaciones en familia, la idea principal es que todos y cada uno de sus miembros se recreen haciendo cosas juntos la mayor parte del tiempo, sin que nadie tenga que renunciar a su idea de diversión. Eso que a veces es tan difícil de conseguir en otros destinos, Tenerife lo pone en bandeja, empezando por una de sus mayores y más clásicas atracciones: el Loro Parque.
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Todo empezó como un paraíso para los papagayos en uno de los lugares más hermosos de la isla, en el valle de la Orotava, junto al Puerto de la Cruz. En 1972, año de su inauguración, el Loro Parque iniciaba su firme andadura, y desde entonces ha ido añadiendo no solamente más ejemplares de animales –sobre todo aves- sino espectáculos amenizados por orcas, delfines y loros, un acuario con doce exhibiciones temáticas y un túnel de tiburones, un jardín de orquídeas, y hasta una réplica de un verdadero pueblo tailandés. Lo más interesante es que los 4000 ejemplares de loros de más de 350 especies con las que cuenta el parque pertenecen, en realidad, a la Fundación que lleva el mismo nombre, a la cual el parque paga por su exhibición pública y de esa forma costear parte de su labor de investigación. No hay límite de edad para disfrutar, por ejemplo, de una de sus últimas atracciones, la denominada zona de Katandra, donde puede verse a las aves volar o pasear en libertad muy cerca de los visitantes. Los amantes de la botánica están de suerte, pues el parque cuenta con una exuberante y frondosa vegetación, acorde con sus inquilinos, destacando el maravilloso bosque de 750 palmeras kentia.
El Siam Park, al sur de la isla, compite desde 2008 de manera ciertamente leal con su hermano mayor. Si el Loro Parque es el reino de los animales, en el Siam Park reina Neptuno, pues se trata del mayor parque acuático de Europa. Sus atracciones están pensadas para disfrutarlas en familia sin que los años supongan un obstáculo, como la Siam beach, una playa de arena del Algarve portugués, en cuya piscina puede disfrutarse de olas de hasta cuatro metros de altura; el Mai Thai River, el río que recorre el parque y que puede navegarse tranquilamente; el Dragón, para disfrutar en compañía y experimentar la gravedad cero; el Naga Racer, un tobogán gigante con varios carriles para competir con familia o amigos; y la estrella, la Torre del Poder, con 28 metros de altura y una pendiente casi vertical que ofrece sensaciones de caída libre.
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Además de sus parques temáticos, pequeños y grandes pueden disfrutar en Tenerife de una de las mayores ofertas existentes en deportes, sean éstos de aventura o algo más sosegados. Entre los primeros triunfan, naturalmente, los que tiene que ver con el mar y el viento: surf, windsurf, kitesurf, parapenting y parascending, que junto al submarinismo, son estrellas indiscutibles en la isla. Con permiso, claro está, de actividades tan arraigadas como el barranquismo, la espeleología o incluso el llamado “salto del pastor”, un deporte heredado de los guanches consistente en desplazarse por los terrenos abruptos del norte de la isla con ayuda de una madera acabada en una parte metálica. Deportes más tranquilos son el senderismo y el ciclismo, y para ello Tenerife dispone de una amplísima red de caminos y senderos donde perderse metafóricamente hablando.
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Los más pequeños, pero también cualquier amante de los animales, tienen una ocasión imperdible para embarcarse en una excursión marítima en busca de cetáceos. La costa suroeste de Tenerife es un lugar privilegiado para este tipo de avistamientos en libertad, gracias a la cercanía de sus colonias de calderones y delfines, que viven aquí todo el año, y la presencia de hasta 21 especies distintas de mamíferos marinos, contando a la ballena azul y la orca. Algunas excursiones incluyen paradas para permitir un chapuzón en el mar y comida a bordo, y pueden alquilarse embarcaciones para salidas exclusivas en grupos o en familia.
Si han quedado ganas de saber más acerca de estos nobles animales y de las razones por las cuales nadan en estas costas, siempre se pueden visitar los centros museísticos dedicados a la Naturaleza y el Hombre, las Ciencias Naturales o la Arqueología, situados en Santa Cruz, o los de Historia y Antropología y el de la Ciencia y el Cosmos, radicados en La Laguna. Otro espacio de sumo interés, incluido el arquitectónico, es el TEA, abreviatura de Tenerife Espacio de las Artes. El TEA destaca por su espacio multidisciplinar, que acoge exposiciones de colección y temporales, pero también diversos talleres para los más pequeños, cine en versión original, un centro de fotografía y una espaciosa y vanguardista biblioteca abierta las 24 horas del día, todos los días del año.
Como colofón, si se tiene la suerte de que la visita a Tenerife coincida con alguna de sus fiestas o festivales - carnaval, romerías, bailes de mago o Corpus Christie- nos llevaremos una de las mejores impresiones de la isla: la calidez y simpatía de sus habitantes.
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