“Hace tan sólo unos años, parecía descabellado hablar sobre el fin de la epidemia de sida a corto plazo. Sin embargo, la ciencia, el apoyo político y las respuestas comunitarias están empezando a dar frutos claros y tangibles”. Si nos atenemos a estas palabras de Michel Sidibé, director ejecutivo de ONUSIDA, no hay duda de que estamos frente a un horizonte esperanzador en la lucha contra el sida. Y es que, según el último informe de esta organización dependiente de Naciones Unidas y que se publica en los días previos a la celebración del día mundial de la enfermedad, hay datos positivos que invitan a vislumbrar un futuro mejor.
“Las nuevas infecciones siguen disminuyendo y un número sin precedente de personas sigue el tratamiento”, apunta Sidibé. Y es que actualmente más personas que nunca viven con el VIH, en gran parte debido al mayor acceso al tratamiento. Así, según recoge el informe de 2011, a finales de 2010, aproximadamente 34 millones de personas vivían con el VIH en todo el mundo, un 17% más que en 2001. Esto refleja el continuo aumento de nuevas infecciones por el VIH y una expansión significativa del acceso al tratamiento antirretrovírico, que ha ayudado a reducir las muertes relacionadas con el sida, especialmente en los últimos años. De esta forma, gracias a los tratamientos, el número de personas que mueren por causas relacionadas con el sida disminuyó a 1,8 millones en 2010, desde el nivel máximo de 2,2 millones alcanzado a mediados de los años 2000.
La lucha va dando sus frutos, pues desde 1995, se han evitado un total de 2,5 millones de muertes en países de ingresos bajos y medianos debido al tratamiento antirretrovírico que se introdujo, según los nuevos cálculos de ONUSIDA. Y los grandes esfuerzos de los últimos años ven ahora recompensa, pues gran parte de ese éxito proviene de los últimos dos años, cuando se produjo una rápida ampliación del acceso al tratamiento; solo en 2010, se evitaron 700.000 muertes relacionadas con el sida.
Una enfermedad que no distingue de géneros
La proporción de mujeres que viven con el VIH se ha mantenido estable al 50% en todo el mundo, aunque este grupo de población es más afectado en África subsahariana (59% de todas las personas que viven con el VIH) y el Caribe (53%). En 2010, hubo 2,7 millones de nuevas infecciones por el VIH, que incluye una cifra estimada de 390.000 niños. Esto representó un 15% menos que en 2001, y un 21% por debajo del número de nuevas infecciones en el nivel máximo de la epidemia en 1997.
El número de personas que se infectan por el VIH sigue en descenso, en algunos países más rápido que en otros. La incidencia del VIH ha caído en 33 países, 22 de los cuales pertenecen a África subsahariana, la región más afectada por la epidemia de sida.
El mayor número de infectados, en África
Gran parte de los esfuerzos se han dirigido hacia el África subsahariana, que sigue siendo la región más afectada por el VIH. En 2010, alrededor del 68% de todas las personas que vivían con el VIH residían en esta región que, paradójicamente, representa solo el 12% de la población mundial.
Además, el África subsahariana representó el 70% de las nuevas infecciones por el VIH en 2010, aunque hubo una reducción notable en la tasa regional de nuevas infecciones. Sudáfrica tiene el mayor número de personas que viven con el VIH (un número estimado de 5,6 millones) que cualquier otro país en el mundo.
Echando la vista atrás, el sida se ha cobrado al menos un millón de vidas por año en África subsahariana desde 1998. Sin embargo, desde entonces, las muertes relacionadas con el sida han disminuido a un ritmo constante, a medida que aumentaba el acceso al tratamiento antirretrovírico gratuito. El número total de nuevas infecciones por el VIH en África subsahariana ha disminuido más del 26%, hasta los 1,9 millones desde los 2,6 millones estimados en el punto máximo de la epidemia en 1997.
Mientras, el Caribe tiene la segunda prevalencia regional más alta del VIH después de África subsahariana, aunque la epidemia se ha desacelerado considerablemente desde mediados de los años noventa. Así, las nuevas infecciones por el VIH se redujeron un tercio desde los niveles de 2001.
Situación complicada en Europa oriental y Asia central
Pero no todo son buenas noticias: preocupa la situación en Europa Oriental y Asia Central, regiones en las que hubo un aumento pronunciado desde 2001 en el número de personas que viven con el VIH, que aumentó un 250% en 2010. La Federación de Rusia y Ucrania representan casi el 90% de la epidemia de la región de Europa oriental y Asia central. ¿La razón? El uso de drogas inyectables sigue siendo la causa principal de infección por el VIH en esta región, aunque una transmisión considerable también se presenta en las parejas sexuales de las personas que se inyectan drogas.
Hay pocos indicios de que la epidemia se haya estabilizado en la región, y las nuevas infecciones por el VIH y las muertes relacionadas con el sida siguen en aumento. Después de la ralentización en los primeros años del nuevo siglo, la incidencia del VIH en Europa oriental y Asia central se ha acelerado nuevamente a partir de 2008.
A diferencia de la mayoría de las otras regiones, las muertes relacionadas con el sida siguen elevándose en estas dos regiones.
¿Y en el 'primer mundo'?
La epidemia de VIH en América del Norte y Europa occidental y central permanece estable, a pesar del acceso universal al tratamiento, de la atención y el apoyo, y de la amplia sensibilización sobre la epidemia y las causas de la infección por el VIH. El número total de personas que viven con el VIH en América del Norte y Europa occidental y central alcanzó un número estimado de 2,2 millones en 2010, aproximadamente un tercio (34%) más que en 2001. Más de la mitad (cerca de 1,2 millones) de las personas con VIH en esta región residen en Estados Unidos.
El número creciente de personas que viven con el VIH refleja la disponibilidad a gran escala del tratamiento antirretrovírico, especialmente en los países con las epidemias más grandes, lo que ha reducido de manera significativa la mortalidad relacionada con el sida.
Inversión en investigación
A la vista de todos estos datos, lo que parece claro es que hay que seguir apostando por la inversión en la batalla mundial contra la pandemia de sida. Y, como no podía ser de otra forma, la crisis económica mundial puede frenar en seco los avances. Por eso, teniendo en cuenta los buenos resultados de las iniciativas puestas en marcha, desde ONUSIDA llaman a la reflexión: hay que decidir entre mantener las iniciativas actuales y conseguir mejoras graduales, o bien invertir de forma inteligente y obtener rápidamente beneficios en la respuesta al sida.
Los esfuerzos hechos en la última década han conseguido allanar el camino hacia el fin de la epidemia: disminuyen las infecciones, se reduce el número de muertes relacionadas con el sida y la cantidad de fondos destinados a programas del VIH es mayor que nunca. Si esta situación cambia, la epidemia puede dar un giro de 180º y volver a recrudecerse.
Por eso, desde ONUSIDA plantean hacer una inversión inteligente, en los lugares adecuados. Todo con un objetivo: tocar con la punta de los dedos el final del sida.