La gran boda real de Ernesto de Hannover Jr, duque de Brunswick-Lüneburg y príncipe de Gran Bretaña e Irlanda, con la diseñadora rusa Ekaterina Malysheva dará titulares y portadas por muchos motivos. Todos los acostumbrados en este tipo de acontecimientos: la excelencia de los invitados, entre los que se espera una amplia representación de la mayoría de las familias reales de Europa; un escenario nupcial de cuento de hadas en un castillo neogótico en Baja Sajonia y el aparejado desfile de glamour que nunca falta y que promete justamente en estas nupcias (si las más altas expectativas de convocatoria se confirman) las mejores galas de las mejores casas de Alta Costura. Y un motivo extraordinario, excepcional y único de este enlace en cuestión: el posible reencuentro de Ernesto de Hannover y Carolina de Mónaco, ocho años después de que comenzaran a hacer vidas separadas en 2009. La ceremonia civil se celebrará hoy en el ayuntamiento y la religiosa el próximo sábado en La Marktkirche (Iglesia del Mercado), en Hannover.
Te presentamos a Ekaterina Malysheva, la heredera de Carolina de Mónaco como Princesa de Hannover
El foco mediático recaerá sobre la pareja que dio ejemplo en su momento de separación civilizada. Tomaron caminos distintos. A él nunca más se le volvió a ver ni de cerca en entornos palaciegos desde entonces y ella, que continúa ostentando el título consorte de Princesa de Hannover, regresó a Mónaco con Alejandra de Hannover, la hija en común, y a la vida oficial en el Principado asistiendo en los compromisos que hicieran falta a los príncipes Alberto y Charlene. Pero nunca se divorciaron legalmente y, aunque no hayan promovido el encuentro en todo este tiempo, eso no quita que se hayan apoyado en momentos difíciles, como cuando la Princesa declaró como testigo de la defensa del príncipe Ernesto en un juicio por agresión en aquellos momentos difíciles en los que la ruptura era todavía un rumor. Eso no quita que celebren juntos las grandes alegrías de la vida de esa familia que una vez fueron, haciendo honor a las buenas maneras de la realeza.
Para mayor acicate informativo, si es que a alguno todavía no le parecían suficientes razones las expuestas para no perderse esta boda, reunirá además a Carolina de Mónaco y Chantal Hochuli, la que fuera íntima de la Princesa y primera mujer del príncipe Ernesto, cuya relación acabó cuando se enamoraron amiga y marido. Madre y madrastra del novio juntas y Ernesto de Hannover, descendiente de la reina Victoria del Reino Unido y del káiser Guillermo II de Alemania, aspirante a la Corona inglesa en un simbólico (eso sí) 445º puesto en la línea de sucesión, y emparentado con la reina Sofía y sus hermanos (de quienes es primo), de vuelta a los círculos reales después de su largo retiro público de bailes y galas. Ellos serán sin lugar a dudas los otros protagonistas del ilusionado sí, quiero de los novios en la iglesia del Mercado de los Santos George y James, un templo del siglo XIV que también eligieron para su boda los abuelos del futuro marido, en 1951.
Y con ellos brindarán por la felicidad del nuevo matrimonio las jóvenes generaciones de la realeza: los más optimistas apuntan desde los Reyes de España –Felipe VI es padrino del novio- a la mayoría de los Grimaldi, pasando por los Duques de Cambridge y los príncipes de Suecia, Dinamarca y Grecia, a quienes se unirá la aristocracia de las finanzas en una recepción en la galería Herrenhausen y también en la posterior cena y baile en el castillo de Marienburg, la posesión de la Casa Real de Hannover que se sitúa en una colina y entre bosques. Broche de una gran boda real con todos los motivos de grandes titulares.