Mónaco ha dado la bienvenida un año más al espectáculo más grandioso del mundo. Los miembros de la Familia Real monegasca han vuelto otra edición más (y ya van 36) a la célebre carpa del Festival Internacional de Circo y se han convertido por enésima vez en protagonistas de la inauguración del tradicional certamen. No se dejaron ver ni la princesa Carolina ni sus hijos –Andrea, Carlota y Pierre Casiraghi y la princesa Alejandra-, pero no faltaron en cambio el príncipe Alberto y su esposa, la princesa Charlene, que se mostraron sonrientes, enamorados y pendientes de los más pequeños ¿será que...?, y la princesa Estefanía, que presumió de escote e hijas, Paulina Ducruet y Camila Gottlieb, habituales ausentes de las citas de palacio, pero incondicionales de las circenses.
Estefanía de Mónaco, presidenta honorífica del festival, ha sabido inculcar su gran afición al circo a sus tres hijos: Luis, Paulina y Camila. Su aprecio por el mundo circense caló especialmente hondo en Paulina, que llegó a hacer sus pinitos como artista con un arriesgado número de doma de elefantes, cuando la princesa mantenía en 2001 una relación sentimental con Franco Knie, domador y director del famoso circo suizo que lleva su nombre. Pero también en Camila, como hemos tenido oportunidad de comprobar en esta edición y otras pasadas.
Los Grimaldi disfrutaron una vez más como niños. Compartieron velada con gigantes, acróbatas y payasos y, al término de la función, posaron como siempre con todo el grupo de artistas. Una nueva oportunidad para apreciar los estilismos: la princesa Charlene, verdadero icono de moda, optó por un look total black (abrigo amplio y leggings), mientras la princesa Estefanía y su hija Paulina, digna sucesora igual que su prima Carlota de la belleza de las damas Grimaldi, se decantaron por el blanco y negro y la minifalda. Estilos diferentes y la elegancia de siempre.