Llevan casi diez días de visita oficial en las antiguas Antillas holandesas, pero la frescura y alegría de la reina Beatriz y los príncipes Guillermo y Máxima de Holanda siguen intactas. Se trata de su primer viaje al archipiélago desde su disolución el pasado 10 de octubre de 2010 y, quizás por este motivo, el recibimiento a los miembros de la Casa Real holandesa no ha podido ser más cálido. Una gratitud que ellos han querido devolver a los habitantes en forma de ilusión y cercanía en cada uno de los actos en los que han participado.
Tras pasar unos días en las islas de Aruba, Bonaire, en la que realizaron un crucero por los manglares e inaguraron un edificio dedicado a los jóvenes y familias, y Curazao, los príncipes y la soberana llegaban el pasado 3 de noviembre a San Martín donde eran recibidos con flores y gran emoción por parte del pueblo y las autoridades.
Poco después, y tras un encuentro con algunos escolares de la isla, la soberana y los príncipes se reunían con la primera ministra, Sarah Wescot-Williams, en su oficina. Tras esto, se dirigieron a un centro deportivo que la reina Beatriz inauguró ante la emoción de los asistentes amenizados con las canciones y bailes que los jóvenes de las cinco escuelas de la isla quisieron regalaron a la monarca como agradecimiento.
Además de cumplir con su asistencia y participación en los diversos actos, los príncipes también han tenido tiempo para compartir confidencias y han demostrado su espontaneidad y compenetración con imágenes tan tiernas como la que se encuentra bajo estas líneas. En ella vemos a Máxima apoyándose sobre el hombro de su marido mientras asistían a una fiesta de despedida y en la que tanto la soberana como los príncipes se mostraron muy animados aplaudiendo y bailando al ritmo de la música, además de agradecidos cuando la reina Beatriz recibió un obsequio de manos de la primera ministra, que presidía la fiesta.
Al día siguiente, el día 4, aterrizaban en el aeropuerto Franklin D. Roosevelt de San Eustaquio, en un avión copilotado por el propio príncipe Guillermo, donde eran recibidos por un grupo de niños y las autoridades. En esta ocasión, los jóvenes no fueron los únicos que recibieron la atención de la reina y los príncipes ya que, a continuación, se dirigieron hasta un centro de mayores de la localidad donde pudieron conversar con algunos de los residentes y con su presidenta y fundadora, Hilda Berkel. Un aspecto curioso de la visita fue cuando les presentaron a Miriam Beatriz Berkel, la 'clienta' más mayor del centro, que es a su vez la abuela de la fundadora, quien, además de compartir nombre con la reina, también nació el mismo día que ella, el 31 de enero.
Por la tarde, visitaron el Jardín Botánico, donde atendieron a las explicaciones del guía, y el Museo Histórico, donde recibieron un cuadro de parte de la isla y sus habitantes. Un ajetreado día que concluyó con unas palabras de la reina antes de dirigirse al aeropuerto: “Hemos pasado un día maravilloso en una preciosa isla. Hemos disfrutado de todo durante nuestro día con vosotros. Nos sentimos muy felices de estar aquí". Las autoridades de la isla también descibieron la visita Real como algo "bueno y positivo". Un emotivo broche y final para una emocionante día.
Pero la cercanía y atención de la reina y los príncipes no ha sido lo único destacable de estos días durante su visita al Caribe. Máxima de Holanda ha conseguido cautivar en cada una de sus apariciones con una mezcla de su simpatía, carisma y, cómo no, su estilo que, en esta ocasión, ha destacado por su colorido y la elección de los complementos. Tocados, sombreros y grandes pamelas han formado parte de, prácticamente, cada uno de los estilismos de la princesa mientras que para sus vestidos ha optado por el corte 'lady', sin mangas y por la rodilla. Entre la amplia paleta de colores que pintaban los diseños, han predominado los rojos, amarillos y las creaciones multicolor, que han potenciado al máximo su, ya de por sí, cálida presencia.
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