Una cena fuera de lo común... Una totalmente diferente a las que abundan en la agenda oficial de cada noche de los Príncipes de Asturias cerró su segundo día de visita oficial a California por todo lo alto. Hasta el mismo firmamento. Y es que el príncipe Felipe y la princesa Letizia se convirtieron en las estrellas de toda una constelación de Hollywood que brilló anoche en la recepción ofrecida por el embajador de los Estados Unidos en España, James Costos, y su esposo, Michael Smith, en su residencia de Beverly Hills.
Los destellos de tropecientos flashes anunciaban a astros consagrados como Antonio Banderas y Benicio del Toro; a grandes promesas como Theodora de Grecia -hija de los Reyes Constantino y Ana María y prima del príncipe Felipe-, que vive su sueño americano como actriz desde hace ya algún tiempo en Los Ángeles, y a la alta sociedad con Alexandra Miller, hermana de la princesa Marie-Chantal, que precedieron la llegada estelar de los Príncipes de Asturias. La princesa Theodora convirtió la ocasión en gran estreno al mostrar por primera vez su emblemática melena rubia transformada en morena azabache.
Los atascos de tráfico en la hora punta de Los Ángeles retrasaron casi una hora la llegada de los homenajeados a la moderna y lujosa mansión del embajador estadounidense -antes directivo de la cadena HBO- y Costos, como algunos de sus invitados, aprovechó la espera para conversar animadamente con los informadores y hasta de mostrarles con orgullo sus tres perros. Además de posar con sus mascotas, Smith y el embajador hablaron de las impresiones sobre España percibidas en su corto tiempo al frente de la legación diplomática española, y valoró el buen momento de la situación de las relaciones entre los dos países.
También Antonio Banderas hizo declaraciones. El actor, desde hace tiempo embajador de la Marca España, un título que según aseguró ejercía incluso antes de recibirlo porque es un convencido defensor de su país, admitió tener una relación de aprecio y cercanía con los miembros de la Familia Real española y expresó su reconocimiento al papel del Rey Juan Carlos, al de la Reina Sofía en la "retaguardia", y al del príncipe, del que resaltó su reacción deportiva cuando Madrid no logró los Juegos Olímpicos de 2020.
Banderas, que el próximo lunes recibirá en Nueva York, de manos de la reina Sofía, la medalla de oro del Spanish Institute junto a la exsecretaria de Estado, Hillary Clinton, declaró también que aprecia síntomas de cambio positivo en España y lanzó un mensaje optimista para el futuro: "Yo quiero mucho a mi país y he tratado de representarlo lo mejor posible tratando de representarme a mí mismo".
Por fin los flashes volvieron a chisporrotear, testigos de los saludos afectuosos entre anfitriones e invitados de honor. Los Príncipes encendían esta luminosa noche cuajada de estrellas, pero en stand by hasta su misma llegada. Doña Letizia, del brazo de don Felipe, rindió homenaje al Charleston con un sofisticado conjunto de Felipe Varela, compuesto por un cuerpo bordado en cristal y plumas degradé y un pantalón de seda strech sobre raso negro. Una oda al negro con leves trazos de color in rouge en labios, pendientes y zapatos. No era su primera lección de elegancia de esta visita.
Ese mismo día había causado sensación con otro traje de Varela en crepe Sahara en Silicon Valley. Los Príncipes de Asturias habían visitado allí la sede de Google, donde asistieron al lanzamiento de un proyecto que permite recorrer la historia de la presencia española en EE. UU. a través de sus mapas, además de probar las virtudes de las gafas inteligentes que pronto sacará al mercado. Su visita a la emblemática empresa de tecnología punta completó una jornada de su visita oficial dedicada a tomar el pulso de las nuevas oportunidades de negocio que se abren en este país, a animar a los inversores a fijarse en España y a respaldar los esfuerzos de los emprendedores españoles asentados en California.
Por expreso deseo de los Príncipes, ambos incluyeron en su agenda de viaje otra significativa visita a pocos kilómetros de Google, la elitista Universidad de Stanford, una de las más prestigiosas del mundo, con nada menos que 22 premios Nobel en su haber y donde se formaron Steve Jobs, Larry Page o Bill Gates. Su paso por Stanford permitió al heredero de la Corona española y a su esposa conversar con un grupo de españoles que cursan allí estudios de grado o postgrado.
A Page, cofundador de Google, le conocieron durante la presentación del proyecto La herencia española en los Estados Unidos de América, un nuevo camino digital con grandes posibilidades educativas para acceder, desde multitud de enfoques, a la huella de la presencia de España en este país. El ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, y el presidente de Baleares, José Ramón Bauzá, les acompañaron en ambas visitas, con las cuales verificó la alta interacción que alcanza en Silicon Valley la formación más exigente con la actividad empresarial más volcada en el futuro.
En Google, en un ambiente divertido y desenfadado, con presencia de muchos jóvenes emprendedores españoles que han conseguido abrirse un hueco en esta meca de la alta tecnología, Page ha explicado sus proyectos y ha asegurado que la nueva aplicación cartográfica permitirá a cada usuario crear su propio museo histórico. La aplicación lleva a la pantalla digital datos históricos referidos a los tres siglos de presencia española en territorios que ahora pertenecen a EEUU, y los aborda casi desde todos los ángulos posibles, con textos, imágenes, recreaciones, fotografías y, cómo no, mapas, desde la época colonial hasta los actuales. Las biografías y las hazañas de los conquistadores españoles, las vicisitudes de la exploración de las tierras americanas, la expansión de las misiones o el descubrimiento del Pacífico pueden analizarse y estudiarse al detalle gracias a este servicio. Tras la presentación, los Príncipes visitaron una exposición sobre el proyecto y pudieron colocarse las famosas gafas de Google, que permiten acceder a datos, hacer fotografías, enviar correos y un sinfín de actividades digitales sólo con ordenarlo con la voz.